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La Curación Del Hijo De Un Noble

La Curación Del Hijo De Un Noble

Palabra del día: Juan 4:46-54

Resumen: La curación del hijo (Israel) de un noble (Dios)…
Leemos Juan 4: 46-54: «Vino pues Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había hecho el vino del agua.

Y había en Capernaum uno del rey, cuyo hijo estaba enfermo. Este, cuando oyó que Jesús venía de Judea a Galilea, fue a él, y le rogaba que descendiese, y sanase a su hijo, porque se comenzaba a morir. Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y milagros no creeréis. El del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi niño muera. Le dice Jesús: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó a la palabra que Jesús le dijo, y se fue. Y cuando ya él descendía, los siervos le salieron a recibir, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. Entonces él les preguntó a qué hora comenzó a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a la séptima le dejó la fiebre. El padre entonces entendió, que aquella hora era cuando Jesús le dijo: Tu hijo vive; y creyó él y toda su casa. Esta también es la segunda señal que Jesús hizo, cuando vino de Judea a Galilea».



Notemos: Jesús le dijo: «Ve, tu hijo vive»... Y el hombre «creyó» a la palabra de Jesús. ¡Aleluya! Y creyendo se volvió a su casa. Y no solo él creyó: sino él y toda su casa…

Palabra que me enseña:
Muchos argumentos (explicaciones) se pueden extraer de este hermoso relato bíblico. Veamos qué características importantes sobresalen de algunos de ellos:
1) Según lo manifiesta Juan, Jesús había vuelto a Caná de Galilea, donde había realizado la conversión del agua en vino. Esta fue la primera señal hecha a sus discípulos hebreos en una ciudad gentil.
2) Capernaum era una ciudad donde Jesús hizo señales y prodigios. Un oficial del rey vino a Jesús y le rogo que fuese con él y sanase a su hijo enfermo, el cual se hallaba ya moribundo (Israel).
3) Jesús declara, que si los hombres no ven señales y prodigios no creerán — no le aceptan y rechazan su autoridad.
4) Jesús realiza la segunda señal sanando al hijo del oficial del rey, que estaba muriendo. Así será cuando Jesús regrese en su segunda venida: hará esta importante señal de sanar de la muerte a los que ya duermen en él; y en los moribundos, que creen en él, y creyeron a su Palabra, esa fiebre que consume de a poco su cuerpo será quitada (veamos 1Tesalonicenses 4:16-17 «Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de Arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en el Cristo resucitarán primero; luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, y juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor». ), es decir, serán (seremos todos: estemos muertos a la venida del Señor, o estemos vivos en ese glorioso momento) transformados con cuerpos glorificados, semejante a CristoJesús. ¡Aleluya!
5) El cumplimiento de la segunda señal la podemos ver en la proclama profética de Ezequiel: en Ezequiel 28:25-26… «Así dijo el Señor DIOS: Cuando juntare la Casa de Israel de los pueblos entre los cuales están esparcidos, y en ellos me santificaré a los ojos de los gentiles, y habitarán en su tierra, la cual di a mi siervo Jacob. Y habitarán en ella seguros, y edificarán casas, y plantarán viñas, y habitarán confiadamente, cuando yo haga juicios en

todos los que los despojan en sus alrededores; y sabrán que yo soy el SEÑOR su Dios», y 34: 23-31… «Y despertaré sobre ellas un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David: él las apacentará, y él les será por pastor. Yo, el SEÑOR, les seré por Dios, y mi siervo David, príncipe en medio de ellos. Yo, el SEÑOR, he hablado. Y estableceré con ellos pacto de paz, y haré cesar de la tierra las malas bestias; y habitarán en el desierto seguramente, y dormirán en los bosques. Y daré a ellas, y a los alrededores de mi collado, bendición; y haré descender la lluvia en su tiempo, lluvias de bendición serán. Y el árbol del campo dará su fruto, y la tierra dará su fruto, y estarán sobre su tierra seguramente; y sabrán que yo soy el SEÑOR, cuando yo quebrare las coyundas de su yugo, y las librare de mano de los que se sirven de ellas. Y no serán más presa de los gentiles, y las bestias de la tierra nunca más las devorarán; sino que habitarán seguramente, y no habrá quien espante; Y les despertaré una Planta por nombre, y no más serán consumidas de hambre en la tierra, ni serán más avergonzadas de los gentiles. Y sabrán que yo el SEÑOR su Dios soy con ellas, y ellas son mi pueblo, la Casa de Israel, dijo el Señor DIOS. Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dijo el Señor DIOS».
6) El oficial del rey creyó a la palabra de Jesús. Así está aconteciendo hoy: muchos están creyendo (gentiles y judíos) al mensaje de la verdad bíblica
7) Cuando el Señor regrese (descienda del cielo) hallará a Su iglesia —Su esposa), es decir, todos los redimidos— yendo a su encuentro (v. 51). También Israel: el hijo (A.T) de Dios.
8) Es interesante notar la hora a que se refiere el versículo 52: dice que a la hora séptima le dejó la fiebre (muerte). En la semana setenta (aún no cumplida) que habló el profeta Daniel… «Setenta semanas están determinadas (Heb. cortadas ) sobre tu pueblo y sobre tu Santa Ciudad, para acabar la prevaricación, y concluir el pecado, y expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos, y sellar la visión y la profecía, y ungir el lugar santísimo» (Daniel 9:24).

Aplicación:
El estudio detallado y sistemático de la profecía bíblica nos indica que, si bien, inexcusablemente, este acontecimiento histórico registrado en la Palabra de Dios es ciertamente verdadero, espiritualmente nos coloca en condiciones de poder deducir que, en parte [«…porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;  mas cuando venga lo que es perfecto, entonces lo que es en parte será quitado» (1Corintios 13:9-10)], tal hecho nos instruye respecto de las características que tendrá el evento final en la historia de la humanidad.

Elementos para considerar:
Veamos: un padre y su hijo moribundo. Este padre se acerca a Jesús, le ruega, se humilla ante él por la vida de su hijo, intercede y cree en el poder de la palabra de Jesús. Finalmente, él y toda su casa se convierten al Señor. ¡Qué lección de fe para nosotros hoy!

Así con cada uno de nosotros, hombres y mujeres, hallados a punto de morir ya como consecuencia del pecado: ¡Cristo se humilló a sí mismo por cada uno! Sobre sí fueron nuestros pecados. Intercedió por nosotros. ¡Esto, ciertamente, lo calificó para ser un Salvador apropiado, compasivo y todo suficiente!... «Porque la paga del pecado es muerte; mas la gracia de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Romanos 6:23); «…porque todo aquel que invocare el Nombre del Señor, será salvo» (Romanos 10:13).

El padre del muchacho tuvo seguridad de que su hijo sería sanado, porque confió en Jesús al oír de sus labios «Ve, tu hijo vive». Está aquí nuevamente manifestada la fe, la cual es sencillamente creer lo que el Hijo del hombre dice. ¿Creo yo así, de esta forma? ¿Puedo yo también dirigirme a mi casa y recibir la noticia de que mi familia ha sido sanada de pecado? ¡Gloría a Dios! ¡Claro que sí!... ¡Y tú también!

La Biblia dice que los siervos del oficial del rey salieron a recibirle, dándole las buena nueva de que su hijo ¡comenzó a vivir! en la hora séptima. Israel comenzará a clamar a Dios, a gemir como palomas, a llorar, por causa de su enfermedad de pecado: haber rechazado al Mesías, haber caminado en las costumbres de las naciones que los rodeaban… «Y sabréis que yo soy el SEÑOR, porque no habéis andado en mis ordenanzas, ni habéis hecho según mis juicios, sino según los juicios de los gentiles que están en vuestros alrededores» (Ezequiel 11:12). Mas el efecto de la restauración finalmente vendrá sobre ellos. Ya no habrá hinchazón, dolor ni podrida llaga; sino el efecto de la sanidad, la cual será que se convertirán a Dios de todas sus idolatrías y abominaciones… «Di, por tanto: Así dijo el Señor DIOS: Yo os recogeré de los pueblos, y os congregaré de las tierras en las cuales estáis esparcidos, y os daré la tierra de Israel. Y vendrán allá, y quitarán de ella todas sus contaminaciones, y todas sus abominaciones. Y les daré un corazón, y espíritu nuevo daré en sus entrañas; y quitaré el corazón de piedra de su carne, y les daré corazón de carne; para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis juicios y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios» (Ezequiel 11:17-20).
Esta será su segunda señal que Dios hará con ellos.

También está profetizado que la segunda señal es como si fuesen dos mil (2000) años transcurridos. Ya estamos en este tiempo profético: a casi dos mil (2000) años de esa segunda señal que Cristo hizo entre los judíos (veamos Oseas 6: 1-2 «Venid y volvámonos al SEÑOR; que él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida después de dos días; al tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él».)

Ahora bien…
Probablemente usted se pregunte cuándo comenzó o comenzará esta señal… Le digo, amigo, amiga, observando la historia del siglo XX (20) («De la higuera aprended la semejanza: Cuando su rama ya se hace tierna, y brota hojas, conocéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas» Marcos 13: 28-29), ya la señal de florecer ocurrió entre 1947 y 1948. Setenta años después comienza a dar fruto: lo cual significa que —luego de terminada la Segunda Guerra Mundial— los judíos comenzaron a reconocer al Mesías Jesús como Su Salvador todo suficiente. Los judíos sobrevivientes del holocausto, luego de la tremenda persecución que recibieron de parte de todos los países europeos, decidieron (en las consultas con los consejeros, rabinos, asesores políticos y militares… todos judíos) refundar la nación de Israel: con el reconocimiento de las Naciones Unidas (aunque hubo mucha oposición e ideologías religiosas). De este modo, las naciones debieron someterse a la voluntad de Dios, quien llamó desde todas las naciones a sus hijos (Jeremías 23: 1-3 «¡Ay de los pastores que desperdician y derraman las ovejas de mi manada! Dijo el SEÑOR. Por tanto, así dijo el SEÑOR Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros derramasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habéis visitado; he aquí yo visito sobre vosotros la maldad de vuestras obras, dijo el SEÑOR. Y yo recogeré el resto de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán, y se multiplicarán. Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dijo el SEÑOR». Los «pastores» a que se refiere este precioso texto revelador fueron aquellas naciones que recibieron a los judíos pero no los cuidaron como Dios les solicitó. Y hemos podido ver la historia de estas naciones hasta nuestros días: ¡cuánto dolor y lágrimas están cosechando! («Y el SEÑOR el Dios de sus padres envió a ellos por mano de sus mensajeros, levantándose de mañana y enviando; porque él tenía misericordia de su pueblo, y de su habitación. Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió el furor del SEÑOR contra su pueblo, y que no hubo remedio. Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos (Nazismo, fascismo, comunismo; y aún naciones democráticas y religiones que los rechazaron), que mató a cuchillo sus jóvenes en la Casa de su santuario, sin perdonar joven, ni doncella, ni viejo, ni decrépito; todos los entregó en sus manos. Asimismo todos los vasos de la Casa de Dios, grandes y chicos, los tesoros de la Casa del SEÑOR, y los tesoros del rey y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia. Y quemaron la Casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron al fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus vasos deseables (rabinos, escribas, intérpretes de la ley). Los que quedaron del cuchillo, los pasaron a Babilonia (capital religiosa); y fueron siervos de él y de sus hijos, hasta que vino el reino de los persas (los aliados); para que se cumpliese la palabra del SEÑOR por la boca de Jeremías, hasta que la tierra cumpliese sus sábados; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos».

Pastor, Ricardo Iribarren.


Devocional elaborado y escrito por el pastor Ricardo Iribarren

(Biblia consultada: Sagradas Escrituras (1569)  - Versículos en forma textual)

Modificado por última vez enViernes, 23 Febrero 2024 15:15

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