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Jesús Ante La Puerta

Jesús Ante La Puerta

Jesús dijo: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3. 20; Carta a las Iglesias de Laodicea, Apocalipsis 3. 14-22)

Laodicea se había vuelto muy rica gracias a su industria de prendas de vestir, su ungüento y gotas para los ojos; las cuales cosas habían sido buscadas y traídas desde lejos. Sus habitantes eran autosuficientes y materialistas. La iglesia en Laodicea también tenía este carácter. Pensó y dijo que era rica, pero en realidad estaba ciega en cuanto a su verdadero estado espiritual. Su pecado no fue la idolatría, sino ser tibia y pretenciosa. ¡Una situación muy grave! Es la única iglesia de la cual Jesús dice que Él está "a la puerta"; puesto que Jesús estaba afuera. Muchos vivieron "un cristianismo sin Cristo", sin una verdadera y estrecha relación con Él. Redujeron la fe cristiana a la observancia de un conjunto de valores morales. (Ver mensaje El Cristiano En El Mundo)

¡Situación inconsistente y arriesgada para usar los valores cristianos sin fe en el Señor Jesús! Lo que hace que un cristiano sea un verdadero testigo es la realidad de su vida interior con Cristo. El peligro para cualquier cristiano de hoy es promover valores humanistas de la cultura cristiana —como la paz, la caridad, la unidad, la tolerancia—, aislados de este apego vital a Cristo.

Yo reprendo y castigo a todos los que amo: sé pues celoso, y enmiéndate” (Apocalipsis 3.19) (Ver mensaje: Un Falso Adorador y Su Recompensa), dijo Jesús a la iglesia de Laodicea. Como cristianos que vivimos en vísperas del cumplimiento de las profecías del libro de Apocalipsis y del retorno de Jesucristo, tomemos tiempo para escuchar Su voz y abramos la puerta. Entonces él mismo nos hará probar algo verdadero, algo muy dulce, algo que ningún cristiano puede prescindir: la sustancial y maravillosa intimidad de su presencia.

Y en cuanto a mí, el acercarme a Dios me es el bien; he puesto en el Señor DIOS mi esperanza, para contar todas tus obras” (Salmo 73: 28).

Curso De Acción: «Amado Padre, ¡ayúdame! ¡Qué necio/necia he sido! Abandoné tu amistad. Ocupé mi mente y mi voluntad con deseos mundanos. Usé medios corruptos para obtener cosas que no me convienen. He ofendido a otras personas y a ti. Por mi culpa el débil tropezó. Señor, he sido motivo de dolor al destruir la confianza que sobre mí tenían otras personas, y quiero recuperar todo eso noble y digno de nuevo. Solo tú puedes ayudarme. Me arrepiento y te pido perdón, apelando a tu misericordia. Dios mío, ten compasión de mí… ¡Que regrese, Señor Jesús, a mi alma tu paz, y mi espíritu descanse ya de tanto desvelos! ¡Alegra mi vida! Te lo ruego, Padre, en el precioso nombre de tu Hijo Jesús. Amén.»

Pastor, Ricardo Iribarren.

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