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El Libro De Las Edades

El Libro De Las Edades

       Apreciado lector y oyente de Radio Bíblica.org, este estudio dio comienzo en función de unas preguntas que se me formularon sobre libros: libros de la vida y rollos que se mencionan en la Biblia. Me interesó el tema, el cual me propuse estudiarlo bien e instruir, con la ayuda de Dios, a los discípulos (oyentes, lectores). El primero de ellos, del que me hicieron preguntas, se trata del libro de Jaser, mencionado en Josué. Fue muy interesante su estudio debido a que tuve que volver a repasar libros de ciencias, de cuando estudiaba  ingeniería. Mi intención en desarrollar estos estudios para el estudio bíblico, es despertar el interés por conocer mejor a nuestro creador Dios y su Hijo Jesucristo, el Salvador del mundo. ¡Y oro para que así sea! Comenzamos con…

Texto del Evangelio de San Marcos 13.31. Allí Jesús dijo: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».
Introducción:       
En la Biblia, como he mencionado en otros estudios, se puede encontrar interesante información que permite calibrar nuestra percepción sobre contenidos que a simple lectura pueden pasar desapercibidos. Sabemos que la Biblia está compuesta por 66 libros. El Antiguo Testamento contiene 39 libros y el Nuevo Testamento 27 libros. Sin embargo,  dentro de los Escritos Sagrados, podemos encontrar que en el libro de Génesis, en 5.1-2, se menciona lo siguiente: «El libro de las generaciones de Adán. El día en que Dios creó al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó, y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día que fueron creados». Hay muchas menciones en otros libros en los cuales se han escrito actividades y dichos de personas. En el libro de Éxodo, en 24.12, leemos: «Sube...y te daré tablas de piedra, y la ley». También en el capítulo 31.18 del mismo libro: «dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas...». Y en 34.28 leemos: «…escribió en tablas las palabras del pacto...». Leamos en Deuteronomio 9.9: «…las tablas de piedra, las tablas del pacto de Jehová». Mencionamos también libros que fueron abiertos, como dice Daniel 7.10; el Libro de la Ley, en Deuteronomio 31.26; «… el libro del Pacto…», dice Éxodo 24.7. Tomemos, por ejemplo, Números 21.14. Allí encontramos el registro del libro de las batallas de Jehová. Interesante también una mención en el libro de Josué en 10.12-13. Allí dice: «Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: sol detente en Gabaón; Y tú, luna en el valle  de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró. Hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos ¡No está escrito esto en el libro de Jaser?». En 1 de Samuel 10.25 dice de las «leyes del reino, y las escribió en un libro...». En el libro de Ester 9.32 encontramos lo siguiente: «Y el mandamiento de Ester  confirmó estas celebraciones acerca de Purim, y esto fue registrado en un libro». En el libro de Esdras, notable siervo de Dios, descubrí en 6.2: «Y fue hallado en Acmeta, en el palacio que está en la provincia de  Media, un libro en el cual estaba escrito así: Memoria». La mención del libro de las Genealogías (o Descendencia), con sus deberes de servicio en el templo y  sus responsabilidades, que se menciona en el libro de Nehemías 7:5, dice: «Entonces puso Dios en mi corazón que reuniese a los nobles y oficiales y al pueblo, para que fuesen empadronados según sus genealogías. Y hallé el libro de la genealogía de los que habían subido antes» (compare Esdras 2.1-64). También encontré una mención en el Salmo 40:7 acerca del testimonio de Cristo antes de encarnarse, y que fuera revelado en dicho Salmo. Y esto  mismo se encuentra escrito en la Epístola a los Hebreos 10.7. Allí dice «En el rollo del libro está escrito de mí», identificando claramente a nuestro Señor Jesucristo. En el libro del profeta Isaías, en 30.8, encontramos la llamativa frase: «...Y registrarlas en un libro...». El profeta Jeremías menciona un rollo de libro, en Jeremías 36.2,4,6a: «Toma un rollo de libro, y escribe en él todas las palabras que te hablé contra Israel y contra Judá, y contra todas las naciones, desde el día que comencé a hablarte, desde los días de Josías hasta hoy...Y llamó Jeremías a Baruc hijo de Nerías, y escribió Baruc de boca de Jeremías, en un rollo de libro, todas las palabras que Jehová le había hablado...Entra tú, pues, y lee de este rollo  que escribiste de mi boca, las palabras de Jehová...». Así también en el libro del profeta Ezequiel 3.1,3 se menciona un rollo. En el libro de Habacuc 2.2: «Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala (interprétala) en tablas, para que corra el que leyere en ella». En el libro del profeta Zacarías, en  5.1: «Y TORNÉME, y alcé mis ojos, y miré, y he aquí un rollo que volaba». La gran mayoría de menciones de libros, rollos, tablas, están en la Antigua Alianza o A. T. (Antiguo Testamento). En el Nuevo Testamento encontramos menciones parecidas. En el Evangelio de San Mateo se menciona el libro de las Leyes del Reino. En el Evangelio de San Lucas, en el capítulo 10, versículo 20, dice: «Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos». También  en la Epístola a los  Filipenses,  en el capítulo 4, versículo 3: «Asimismo te ruego también á ti, hermano compañero, ayuda á las que trabajaron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también, y los demás mis colaboradores, cuyos nombres están en el libro de la vida». En Hebreos 12.23: «Y á la congregación de los primogénitos que están alistados en los cielos, y á Dios el Juez de todos, y á los espíritus de los justos hechos perfectos». La carta escrita a Laodicea, en Colosenses 4.16: «Y cuando esta carta fuere leída entre vosotros, haced que también sea leída en la iglesia de los Laodicenses; y la de Laodicea que la leáis también vosotros». En Apocalipsis 3.5 se menciona: «El que venciere, será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles». También se menciona Libros de Juicios en Daniel 7.10. Leemos: «Un río de fuego procedía y salía de delante de él: millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él: el Juez se sentó, y los libros se abrieron». Y así también en Apocalipsis 20.12 dice: «Y vi los muertos, grandes y pequeños, que estaban delante de Dios; y los libros fueron abiertos: y otro libro fué abierto, el cual es de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras». Y En 21.27 también se menciona El libro del Cordero: «No entrará en ella ninguna cosa sucia, ó que hace abominación y mentira; sino solamente los que están escritos en el libro de la vida del Cordero». Y en 22.19: «Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro».
En el estudio de hoy comenzaremos por el Libro de las Edades.
Estudio primero:
       La Palabra de Dios permanece invariable e inamovible incluso durante las diferentes etapas de la vida humana, es decir, el camino de la historia del hombre y de la mujer. Esa Palabra es la que da conformidad a la evidencia que nos permite comprender que en el comienzo -o principio- de la historia todo fue creado de la nada (Génesis 1:1-2 dice: «EN el principio crió Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas».). Esto en cuanto a la antigua Alianza o Testamento. En el Nuevo Testamento se corrobora este testimonio del Génesis. Y en el Santo Evangelio de San Juan 1:3 dice que: «Todas las cosas por él (Jesús) fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fué hecho». Este texto legitima la providencia Creadora: Dios, o sea, Jesús, a quien se lo identifica con diferentes nombres en el Antiguo Pacto. De ello sabemos que, a tal efecto de la creación, se nos concede la oportunidad de conocer nuestro rastro de antepasados, o sea, la genealogía de cada habitante humano aquí en la tierra. Ahora bien, ningún tipo o clase de espíritu tiene genealogía. ¿Por qué? El humano viviente, o sea, nosotros, de hecho, puede distinguir en cuanto al afecto (amor hacia Dios, hacia su familia, hacia su prójimo; cariño u odio, rechazo, etc.), los colores del arco iris, el poder comunicarse por medio del habla y comprender lo que oye, el perfume de una flor, los sonidos de voces en sus distintos tonos del canto de voz de un coro o del canto de las aves, los sonidos que prorrumpe una tormenta, el brillar de los diferentes matices de luz que se reflejan sobre una superficie cualquiera, el aleteo de una mariposa sobre un verde césped, el estremecimiento de temor ante el peligro, el dolor o la muerte, etc. ¡Y cuanto más nos es permitido contemplar para poder regocijarnos y comprender las maravillas de la creación perfecta de Dios, quien las ha dado a conocer bajo distintos aspectos! Observemos:
1- Obra  = creación: hizo visible lo que no existía (Génesis 1.1-2).
2- Acción = Lo que él determinó no cambiará (Éxodo  7.1).
3- Hechos = «¿Hay para Dios alguna cosa difícil?» (Génesis 18.14a).
4- Dichos =  «El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca…» (Marcos 1:15). «Y les dice: Vamos á los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido» (Marcos 1.38).
5-   Y dichos como Testimonio =  «Mas el que obra verdad, viene á la luz, para que sus obras sean manifestadas que son hechas en Dios» (Juan 3.21).
6-  Dichos como Palabra = «El que de arriba viene, sobre todos es: el que es de la tierra, terreno es, y cosas terrenas habla: el que viene del cielo, sobre todos es» (Juan 8.31).
7- Dichos como Memoria = «Y tomando (Jesús) el pan, habiendo dado gracias, partió, y les dió, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado: haced esto en memoria de mí. Asimismo también el vaso, 

después que hubo cenado, diciendo: Este vaso es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama» (San Lucas 22.19-20). El Salmo 20.7 dice: (Del nombre de Elohim Dios = Elohim) «Estos confían en carros, y aquéllos en caballos: Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria».
       Los dichos de los que tomamos conocimiento como cosas perdurables son igual a: obra + acciones, hechos + los dichos. Todos ellos forman las Escrituras, que es conocida como: Las Sagradas Escrituras, Las Escrituras, La Palabra: que es la Santa Biblia.
«Mas la palabra del Señor permanece perpetuamente. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada» (1 Pedro 1.25).
       En vista de estas cuatro características: Obras, acciones, Hechos y Dichos, nos damos cuenta de por qué el Señor Jesús dijo: «Pero mis palabras no pasarán» (Marcos: 13.31). No pasarán de nuestra memoria, porque son Su testimonio, en el cual sus Dichos quedan demostrados por sus Hechos: ya que los mismos son mostrados, precisamente, por las Acciones de Su obra. Esa obra que comenzó en una nueva creación, puesto que Sus palabras no pasarán al olvido ni sepultadas bajo la arena de la historia o de la religión que fuese. ¡No, no!… ¡No pasarán! Están vigentes  para siempre y tienen poder y efecto, aunque la pluma mentirosa de las sociedades bíblicas la trastornen (reformen, adulteren), deformen,  varíen o cambien. Viene el día, el cual está escrito, cuando los hombres que la trastocaron recibirán el pago de esta maldad. Estos no encontrarán excusa viable alguna cuando, frente a Dios mismo, deban explicarle a Él el porqué del abusivo permiso —que ellos mismos pretendieron y se asignaron— de cambios en las Escrituras que NO les fue concedido… Veamos: «Porque yo protesto á cualquiera que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere á estas cosas, Dios pondrá sobre él las plagas que están escritas en este libro» (Apocalipsis -o Revelación- 22.18).
       Salmo 119.89 declara: «… Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos». Este testimonio, por medio del dicho del profeta, nos muestra que el original escrito, cuyo autor es Dios, está en el cielo. ¡Y cuidado!... Esas Escrituras atestiguarán en aquel día, cuando el Juez comience a juzgar a todos los muertos, de acuerdo a Apocalipsis 20. Además, allá en el cielo ningún espíritu maligno ni ser humano la pueden tocar. ¡Gloria a Dios!
       La narración en las Escrituras nos enseña también que: «El edificó en el cielo sus gradas, y ha establecido su expansión sobre la tierra: él llama las aguas de la mar (que se evaporan y forma una nube, la cual Él toma con su mano y la lleva hacia dónde él considera que deberá derramarse), y sobre la haz de la tierra las derrama: Jehová es su nombre». ¿qué notamos? Identificamos cuatro cosas hechas por Él: Creación; Identificación; Movimiento; Permanencia. Estos principios están fundamentados sobre leyes que Él mismo diseñó e incorporó, a fin de juzgar que todo lo que Él hizo le satisfizo. Leamos Génesis 1.10,12,18,25. Notemos que estos versículos terminan con la siguiente expresión «... y vió Dios que era bueno». Y en el Capítulo 2, Versículo 3 (Génesis) dice: «Y bendijo Dios al día séptimo, y santificólo, porque en él reposó de toda su obra que había Dios criado y hecho».
       Para poder comprender esto, nuestro Creador, el Señor Jesucristo, al crear al hombre y su mujer, les concedió la capacidad de conocer y aprender observando el cielo. El hombre construye dispositivos muy sofisticados: telescopios, aparatos electrónicos de barrido de movimientos o sonidos en el espacio exterior, naves tripuladas y no tripuladas para viajar en el aire o el espacio exterior (satélites que orbitan alrededor de la esfera celeste y otras que han sido enviadas hacia lo infinito, con el fin de tomar conocimiento y saber de las estrellas: su luz, sus distancias, su composición), medidas de las principales magnitudes: Longitudes, Medidas de masas y de fuerzas gravitacionales, entre otras cosas.
       Cuando el pecado entró en el mundo, este afectó la creación terrena de Dios. En todos sus aspectos sufrió un tremendo y significativo cambio. Por ejemplo, en la naturaleza: el clima cambió volviéndose hostil para los seres vivos, incluso para el hombre y su mujer. Las preñeces de la mujer se tornaron dolorosas en sus partos; la alimentación humana depende de la siembra y la cosecha: aparecen las enfermedades y se cobra la vida a cualquier edad; el límite de la edad de vida comienza a disminuir lentamente: aparece la senectud. Las actividades gravitacionales en el espacio sideral también son afectadas… Y el hombre, en lugar de consagrarse en adorador del único Dios verdadero, se embrutece adorando una piedra, o un fenómeno climático, o un animal, o tal vez una representación de sí mismo, o un viajero interestelar o planetario, o la adoración de espíritus. Parece no comprender el hombre que Dios lo ama y busca su bien. El orgullo lo domina. Anda en tinieblas. Sus sentidos se han oscurecido (considerado muerto por Dios), volviéndolo incapaz, en despreciable sustracción de sí mismo, de reconocer ese bien.
       Hay comparaciones interesantes basadas sobre motivos creados por Dios, que nos muestran un contenido espiritual muy amplio. Veamos, para comprender con mejor claridad, Génesis 1.16. Allí dice que Dios creó la lumbrera mayor (el Sol). El sol es una alusión a Cristo [no se trata del sol que adoraban los egipcios: “Ra”, como una deidad de la luz solar, creadora de vida; sino de Jesucristo, el Creador, quien creó también el sol]. En el libro de Malaquías se lo identifica (a Cristo) como «… el sol de justicia…» (4.2). El asumirá este carácter en su segunda venida. El Sol no le puede ver, pero hay luz. Cristo es la luz (vemos San Juan 1.4-5,9: «En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz en las tinieblas (ver mensaje Tinieblas) resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron… Aquel era la luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo». Esa luz verdadera disipa las tinieblas producto del pecado, y se recibe vida únicamente por la fe. Así es beneficiado (el creyente en Cristo) con la salvación por medio de la redención.
       En su carácter Creador de "sol de justicia", Él disipará toda tiniebla, porque tiene autoridad y poder para hacerlo.
       Según las Dispensaciones, la iglesia ocupa el lugar de la "lumbrera menor".  Él «…hizo también las estrellas. Y púsolas Dios en la expansión de los cielos, para alumbrar sobre la tierra…» (Génesis 1.16c-17). Los creyentes son comparados a estrellas. ¡Ellos son "como luminares en el mundo"! – véase Filipenses 2.5-16.
       El Libro de las Edades es un libro escrito por Dios con el propósito de dejar constancia de lo que Él hizo, a fin de permitirle al hombre considerar la magnificencia de su poder.
       También el libro de las Edades fue escrito como Memoria, para recordación, diciendo: Esto YO lo hice de la nada, de lo que no existía. YO creé materia; le di la forma que YO quise y la sustento con mi infinito poder. Esto es una cláusula legítima y exclusiva de Dios. En este punto, los humanistas —en sus diferentes ramas, sea evolucionistas o filosofías ateas— se han esforzado mucho con sus objeciones para demostrar su inexistencia, a saber, de lo hecho y dicho por Dios... No obstante, a cada intento logran fracaso. ¡Por supuesto! Y este es el propósito real de tales objeciones, logradas por las mentes “brillantes” de hombres de ciencia llenos de tinieblas, que inducidos por el diablo buscan privar al hombre y a la mujer de tener la oportunidad de conocer los Testimonios de Dios en cuanto a la salvación de su alma y alcanzar una vida agradable de santidad que a Dios le agrada. En base a estos, hay un choque frontal entre las demandas de Dios y el ser humano pecador que adhiere, además, abolir los conceptos de dominio propio, la caridad, el amor, el afecto, los sentimientos y el respeto de los derechos del prójimo: despojándolo de sus derechos esenciales. Ejemplos de ello: la elección, la decisión, la consideración, la misericordia, el estímulo, la necesidad del reemplazo.
       Es necesario considerar también que estos factores recurrentes siempre son causa de asombro, debido a esa particularidad en donde el ensayo se refleja en la incertidumbre, dando lugar frenéticamente al descrédito. Así hacían los fariseos en el tiempo de Cristo, porque ellos siempre querían que se les mostrase señales para creer en Él. Sin embargo, ante las señales, menos creían en él; y, ofendiéndole, le señalaban que por  el nombre de Belcebú hacía tales milagros.
       Satanás, a través de este método, logró romper la confianza de Eva en Dios, cuando por medio de la incertidumbre la indujo a rebelarse contra el mandamiento de Dios, desacreditándolo, con el fin de que su confianza (de Eva) se derrumbara. Sabiendo con ello las consecuencias nefastas que se atraería hacia ella misma.
Fin de primera parte… Continuará

 


Devocional elaborado y escrito por el pastor Ricardo Iribarrhen

(Biblia consultada: Reina Valera 1909  - Versículos en forma textual)

Modificado por última vez enViernes, 23 Febrero 2024 14:58

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