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Venid a Una Buena Compañía (La Vida Como Un Peregrinaje)

Venid a Una Buena Compañía (La Vida Como Un Peregrinaje)

De la serie Venid:

La vida como un peregrinaje
       Texto a considerar: Números 10.29b: "… Ven con nosotros, y te haremos bien: porque Jehová ha hablado bien respecto á Israel” (ver mensaje Peregrinos y Extranjeros).

       Qué bueno es comenzar los nacidos de nuevo el peregrinaje en la vida cristiana con bendición (“Yo era ojos al ciego, Y pies al cojo” - Job 29.15). La compañía de santos nos ayuda a hacer de ojos a aquellos que no ven las verdades espirituales, y saber andar con los pies en la vida cristiana, gozando de su buen compañerismo. Cuando los oídos de aquellos que oigan nos escuchen, ellos nos llamarán bienaventurados (“Cuando los oídos que me oían, me llamaban bienaventurado” - Job 29.11a), porque nuestro andar cristiano nos revela la cercanía del lugar hacia dónde debemos llegar.
Primera Consideración:
       Nuestra condición de viajantes: a) Nos indica que somos llamados a juntarnos a una buena compañía de personas que manifiestan una verdadera devoción y amor por Dios y Su palabra.
b) La nueva naturaleza dada por Dios nos identifica, porque nuestro vano lenguaje ha cambiado.
c) Esta buena compañía está formada por personas de toda clase de etnia, sin posición social o clase, ilustrados en conocimiento de Dios por el Espíritu Santo.
d) Son todos esforzados y valientes.
e) La osadía de su emprendimiento los mantiene en constante alerta contra los enemigos.
f) Está compañía está conformada exclusivamente por los salvos: los regenerados por el poder santificador de la sangre de Cristo derramada en su sacrificio en la cruz para limpiarnos de todos nuestros delitos y pecados; por lo que debemos ver la segunda consideración:
Segunda Consideración:
       Esta compañía está compuesta de personas salvas que reúnen un total —o en parte— de ocho características para poder entrar al reino de los cielos:
 a) Son llamados bienaventurados; tienen hambre y se visten de justicia y ella los cubre (Job 29.14a; Mateo 5.6).
 b) Humildad [necesidad creciente] (2 Corintios 7.10).
 d) Mansedumbre (Sofonías 2.3; Colosenses 3.12).
 e) Misericordiosos (Nehemías 13.14; Romanos 12.8).
 f) Pureza de corazón (Salmos 24.4; Tito 1.15).
 g) Pacificador  (1 Samuel 20.18; Mateo 5.9).
 h) Padecer persecución (Mateo 5.10; 13.21).
i) “Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” - Mateo 5.12.
       Títulos Especiales dados a los llamados a la buena compañía: es porque ellos son admitidos cuando han confesado con su boca que Jesús es el Señor y creyeron en su corazón que Dios lo levantó —resucitó— de los muertos. ¡Son salvos!... Leemos: “Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia; mas con la boca se hace confesión para salud” - Romanos 10.9-10. Este requisito es necesario para oír el «Venid» a una buena compañía. También habrá muchos otros que procurarán entrar, pero sin arrepentimiento demostrable no podrán: puesto que el

emocionalismo o la religiosidad, o cualquier otro argumento fuera de la gracia de Dios, no pueden ofrecer ninguna clase de oportunidad para ingresar en la familia de Dios (Juan 1.12… “Mas á todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, á los que creen en su nombre.” Y 2 Corintios 6.18... “Y seré á vosotros Padre, Y vosotros me seréis á mí hijos é hijas, dice el Señor Todopoderoso”.  Lo crea Ud. o no, esto es así. Es preferible que Ud. crea.
       Por lo tanto, la obediencia asegura los beneficios de todo aquel (hombre o mujer) que hace la voluntad del Padre de nuestro Señor Jesucristo que está en los cielos. Tampoco será ya considerado extranjero y advenedizo, sino conciudadano de los santos; y como ellos, miembro de la familia de Dios.
       No olvidemos nunca que somos reconocidos por Dios. Somos los que oímos el llamado, a saber, cuando Dios dijo en su Palabra que seríamos su pueblo, que él habitaría y andaría entre nosotros y sería nuestro Dios Todopoderoso; por lo cual confiamos en él (Isaías 48.2), porque él nos enseña provechosamente por medio de su Espíritu (Juan 16. 13) el camino que debemos andar (véase Isaías 48.17).
       Nuestra condición de forasteros o peregrinos, como le dijo Jacob a Faraón (Génesis 47.9: “Y Jacob respondió á Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado á los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación” (veamos también a Adán, en Génesis 5.5;  a Noé Sem, en Génesis 11.10; a Abraham, en Génesis 25.7-8). Dios estableció su pacto con ellos. Adán, Noé, Sem, Abraham e Isaac, quienes habitaron como conocidos de Dios en la tierra en su condición de forasteros, prefirieron alejarse de las costumbres y los hábitos de vida de las gentes que les rodeaban; pues ellos vivían allí de «prestado» por Dios, a quien amaban. ¡Y Dios les correspondía en buena compañía! Así lo confesó David, diciéndole a Dios que él y su pueblo Israel se sentían como extranjeros (ver mensaje Extranjeros y Peregrinos) en la tierra entregada por Él a Josué: para conquistarla y repartirla por heredad perpetua a las 12 tribus de Israel (1 Crónicas 29.15). También el Masquil de David confiesa que: “Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres, Por ver si hay algún entendido Que busque á Dios” (Salmos 53.2). Esdras, el gran sacerdote de Dios para Israel, después del exilio, también tuvo su necesidad de declarar su sentimiento de que era "forastero en la tierra". La auténtica Iglesia —o Asamblea de santos— que comunica entre sí la verdad de la Palabra de Dios los anima en la espera (Hechos 2.42, 46-47). No se sienten a gusto viviendo en esta cada vez más corrompida «Canaán» (Juan 16.33). Anhelosamente buscan la compañía de Dios y la pronta venida (1 Tesalonicenses 4:17) del Salvador CristoJesús —como Él lo prometió—, a quien aguardan ansiosamente (Santiago 5.7). Somos conocidos de Él. ¡Somos sus hermanos (de Cristo)!
Curso de acción:
       Entre tanto aguardamos, te invito a que te unas a las filas de los llamados hijos de Dios, para disfrutar de la buena compañía de los conocidos de Dios. Atiende su llamado de «Venid». Dios te ama y quiere que tú también asumas tu responsabilidad de alejarte de aquellos que aborrecen a Dios y a su Hijo Jesucristo. Anhela que vengas a él, quien te espera con los brazos abiertos para recibirte. ¿Sabes?... ¡Harán fiesta en los cielos! si arrepentido vienes a Jesús a decirle que crees en Él, que aceptas que Él padeció la muerte por ti en la cruz, que ocupó tu lugar de castigo en el Calvario, y que su sangre preciosa derramada podrá limpiarte de todas tus transgresiones: para que en esta penosa manera de vivir hoy, puedas hallar alegría y paz, y la vida eterna.
Oración:
       Amado Padre Celestial, he oído cuánto me amas. Yo también estoy hoy aquí delante de ti. De ese «Venid», de tu parte, me apropio por la fe. Perdóname mis faltas. Me arrepiento con todo mi corazón. Creo todo lo que la Biblia dice en cuanto a quien soy: un forastero sin lugar propio para vivir en este mundo. Me aparto de hacer lo malo. Ayúdame, oh Dios, a intentarlo. Sé que lo podré hacer con tu ayuda. Límpiame todo mi ser para poder ir en buena compañía. ¡Cuánto me alegro que así sea! Te lo pido en el nombre de tu santo hijo Jesús. Amén.
       Estimado amigo y estimada amiga, si hoy has tomado esto en serio, yo sé que Dios estará contigo todos los días de tu vida hasta el fin del mundo. Dios te bendiga y guarde en tu nuevo andar cristiano.

Pastor Ricardo Iribarrhen

 



Devocional elaborado y escrito por el pastor Ricardo Iribarrhen

(Biblia consultada: Reina Valera 1909  - Versículos en forma textual)

Modificado por última vez enMartes, 13 Febrero 2024 15:53

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