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Muerte y Morir

Muerte y Morir

La eterna y siempre viva vida de Cristo entró en el reino de la muerte con el fin de arrebatarle a la muerte toda su fuerza, toda su potestad. La muerte y el diablo no tienen poder sobre Jesús. ¿Por qué? ¡Pues es (el Señor) como una fortaleza extraordinaria e insondable que pretende ser saqueada por los invasores!

Cristo inclinó la cabeza en la cruz del calvario, dando su vida (véase Marcos 15:37), cuando fue crucificado por nuestros delitos y pecados; y entró en el portal de la muerte: “… para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, es a saber, al diablo…” (Hebreos 12:14)

Es decir, sujeto a un cuerpo humano –limitado y mortal: “pues polvo eres, y al polvo serás tornado” (Génesis 3:19 c)-, Jesucristo allanó la muerte y sacó a todos sus hijos cautivos hechos prisioneros (Colosenses 2:22)  -sin fuerzas ni poder para librase a sí mismos- fuera de sus mazmorras; incapaces, ya que ningún medio creado o imaginado por el hombre mismo podía liberarlo de tal opresor, a saber, el diablo y nuestros delitos y pecados (Romanos 3:23).

Es por eso que se inventó el hombre (varón y hembra) la excusa que dio origen al ocultamiento de lo que es malo, vergonzoso, descarado e incorregible: el orgullo del hombre (véase Génesis 3: 9-13).
En esta antipatía consciente descuellan la burla, el odio y el rechazo a la creencia del Dios Santo y bueno. Mas Su Palabra perdurará por siempre; lo mismo que Su poder, Su amor y Su entrega.

Muchas religiones inventadas por el hombre han quedado sepultadas bajo el polvo y el olvido de la historia. La arqueología ha hecho un gran esfuerzo para desenterrar estos opulentos del pasado; y otros argumentos han tomado fuerza en nuestros días.

Cabe destacar que desde el momento decisivo en que el pecado se adueña del hombre, así también recoge las consecuencias trágicas que el mismo (el pecado) le deparó.

Así, filosofías y religiones pueden comprobar como se fortalecieron en el cinismo. Es parte de su identidad. El cinismo es la llave que abrió la amistad con sus cómplices: orgullo, rebeldía, obstinación, hipocresía, irreverencia, odio. Y a su vez, estos se unieron con los demás en desprecio mutuo, la decepción y el dolor; es decir: muerte completa.

No es de extrañar, por tanto, que Jesús nos amoneste: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden matar: temed antes a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28).

Muchos enemigos hay que pueden matar el cuerpo:
1 – Las religiones
2 – La enfermedad
3 – Las políticas
4 – Acciones climáticas
5 – Infortunios accidentales

No obstante, hay un final peor que la muerte. Jesús nos recuerda que la muerte está conquistada y derrotada: esto será definitivo en los hijos de Dios en poco tiempo más. Pero el infierno es para siempre.

Juan nos da una descripción gráfica de los últimos tiempos y de qué manera se vivirá en aquellos días:
“Y en aquellos días buscarán los hombres la muerte, y no la hallarán; y desearán morir, y la muerte huirá de ellos” (Apocalipsis 9:6).


¡Qué contraste entre esta escena horrible y las amables palabras de Jesús!: para que aquellos que confían en él sepan que no morirán jamás; para que cada hijo de Dios sepa que un día verá cristalizadas las palabras “Sorbida es la muerte con victoria” (1Corintios 15:54); para que cada hijo de Dios sepa que nuestro Señor Jesucristo “quitó la muerte” (2Timoteo 1:10), y que “… limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más; y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor: porque las primeras cosas son pasadas” (Apocalipsis 21:4).                                                                                           

¡No habrá más muerte!... ¿Puedes creer esto?... ¿Lo crees?

¿Tienes un momento? Si te agradó lo que te compartí sobre esta regla de oro, te invito a que nos acerquemos a Dios en oración:
«Amado Dios, me inclino ante ti buscando tu misericordia, tu paz, y el poder recobrar ese gozo de vivir confiado/confiada de saber que tu verdad quita aquellas cosas desagradables de mí que te ofendieron y entristecen. Te pido perdón y tu ayuda para que tu socorro santo me capacite para caminar en pureza delante de ti. En el precioso nombre del Señor Jesucristo, te ruego esto dándote gracias. Amén».

Apreciado amigo/amiga, estoy interesado en ayudarte. Contáctate con nosotros a la dirección mencionada en la web de la radio.

Dios te bendiga grandemente, y con estas verdades. Pastor Ricardo Iribarren.

(Tipeo del original, corrección ortográfica -gramatical y de estilo- y diagramación de hoja: Miguel Angel Vreska)

Edición y Montaje por Nicolas Benjamin Gonzalez
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