Vivir Por La Gracia De Dios
- Escrito por Pastor Ricardo J. Iribarren
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Texto bíblico: Romanos 3:24
Lectura recomendada: Hebreos 10:11-18. Leemos: “Siendo justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención que es en Cristo Jesús”.
A) Dios exigió el pago de compra de nuestra justificación de Su perdón a CristoJesús por los pecados (transgresiones) de todos aquellos llamados por su Espíritu; si bien es notorio que ese llamado está realizado para TODA la humanidad. Pero en comparación con aquellos millones que viven y han vivido, solo unos pocos tienen deseo de oír -y aceptar- el llamado a la reconciliación con el verdadero Dios: el Creador de los cielos y la tierra, la mar, y de todo lo que en ello hay (“Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz á Dios, y dijeron: Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, la mar, y todo lo que en ellos hay” – Hechos 4:24). Los demás dioses son imaginaciones que han salido de sus mentes retorcidas, por el solo afán de justificarse a sí mismos en sus hechos por demás abominables; y por su ansiedad de una búsqueda de hallar consuelo – a estos, el orgullo y sus prejuicios no les permiten ver la Verdad, ni tampoco quieren admitirla.
Entonces Dios dijo que pasará por alto su juicio, sí el hombre o mujer pecadores se arrepienten y buscan perdón; puesto que todos son llamados a formar parte de su pueblo. Leamos en Isaías 55:3 “Inclinad vuestros oídos, y venid á mí; oid, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes á David”.
1- otra versión dice: inclinad vuestro oído (minúscula)
2- Inclinad el oído para recibir amonestación; no con vuestras obras, tratando de justificaros y de esa manera evitáis el tener que humillaros para acceder a la salvación y obtener el perdón.
3- El pacto eterno queda bajo la sola responsabilidad del Salvador, quien nos amó y ama. Leemos Mateo 26: 27-28 “Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados”. – Copa: Su cuerpo, jugo de vid, roja sangre.
4- Véase también Jeremías 31:33-34; Hebreos 10:16.
Como decíamos, ese pueblo son aquellos hombres y mujeres regenerados y justificados, conocido como el cuerpo de Cristo en la tierra: Ekklesia o iglesia. Esta iglesia está formada por Dios, con su especial y maravillosa anuencia. Leemos Levítico 20:26: “Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos, para que seáis míos”.
¡Aleluya! Significa que Cristo aceptó ofrecerse a pagar el precio de nuestra redención. La suma adeudada era tan abrumadora, que el rescate nuestro exigido era radicalmente a precio de vida. Con Su propia vida (el Señor Jesús) debió pagar el precio exigido; con Su sangre, derramada de esa forma, de acuerdo a los requerimientos (de sangre) en Levítico, Isaías, Jeremías. Tanto Isaías como Jeremías, como testigos de Dios, cumplieron en informar al mundo de que Dios anhelaba salvarlo (salvar a cada uno). Veamos el significado de redención: rescate mediante un pago de algo que justifique. Vamos a Levítico 17:11, y comparemos: “Porque la vida de la carne en la sangre está: y yo os la he dado para expiar vuestras personas sobre el altar: por lo cual la misma sangre expiará la persona”.
5- El valor de la vida es la medida del valor de la “Sangre”. Esto da a la sangre de Cristo un valor inapreciable. El Dios Hombre dio su vida en la cruz cuando su sangre fue derramada. De ahí que se desprende, a modo de aserción a este artículo, el hecho de la prohibición divina de comer “vida”, o sea, alimentos que estén total o parcialmente realizados con sangre. Ni a judío ni a gentil es permitido. Leemos Levítico 17:12, dice “Por tanto, he dicho á los hijos de Israel: Ninguna persona de vosotros comerá sangre, ni el extranjero que peregrina entre vosotros comerá sangre.”
Muchos cristianos sostienen este punto —y vale la aclaración, porque se jactan en ello—, argumentando que esa prohibición era para los que estaban en la Ley. Sin embargo, creo que es muy oportuno exhortar a quienes abusan de su derecho a llamarse a sí mismos “cristianos”; los cuales, de acuerdo a su propio criterio, hacen errar a otros creyentes, colocándolos en desobediencia, cuando les instruyen respecto de que esa prohibición ya pasó para ellos: que no la deben cumplir ni darle crédito. ¡Pero, no obstante, más allá de lo que se plantee el hombre, está plenamente vigente para todos hoy y siempre! Estos toman las Escrituras para sostener el pretexto de que todas las acusaciones en contra de los pecadores, en la cruz ya fueron resueltas; cosa que no es así… Estos hacen incurrir en desobediencia deliberada a aquellos a quienes enseñan; ¡no obstante enfatizando, al mismo tiempo, cómo ellos mismos lo practican! La Ley, ese remedio eficaz contra el pecado (ver mensaje La Ley…) que vive a diario el pecador, hace de ayo para llevar a éste a CristoJesús, y redimirlo así de la maldición de la Ley de que es objeto todo aquel que la infringe (pecador), al cual se lo halla culpable ante los ojos del Juez (Dios) de toda la tierra (repasemos Romanos, Capítulo 3); y ante esa desdichada situación, queda sentenciado a morir por causa de su infracción a la Ley de Dios. ¡Porque Dios mismo fue quien proveyó al Salvador, Su Unigénito Hijo Amado Jesucristo, para salvar al hombre de la condenación eterna: de ser enviado al infierno preparado para el diablo y sus demonios! (repasemos el libro de Judas). La Ley contiene los 10 Mandamientos esenciales para toda la raza humana y todas las etnias que la componen: con sus diferentes color de piel y lenguaje (o idioma). ¡Ni una exclusión!... Porque ese Salvador dijo: “…Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí”. El Salvador dio su vida en la cruz del Calvario. Allí derramó su vida, o sea, su propia Sangre, para limpiar de todo pecado al/la confeso/a arrepentido/a. En la Ley se mencionan mandamientos tales como: no te harás imagen de figura de ser humano o de animal o reptil; no te inclinarás delante de ellas, ni las honrarás. Veámoslo en Éxodo 20:4-5. Leemos “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás á ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, á los que me aborrecen”. También en Éxodo 34:17 “No harás dioses de fundición para ti”. Y en Levítico 19:4 “No os volveréis á los ídolos, ni haréis para vosotros dioses de fundición: Yo Jehová vuestro Dios”. Leemos también en Levítico 26:1 “NO haréis para vosotros ídolos, ni escultura, ni os levantaréis estatua, ni pondréis en vuestra tierra piedra pintada para inclinaros á ella: porque yo soy Jehová vuestro Dios”.
B) He colocado delante de vuestros ojos, para que lean y adviertan, la revelación progresiva que Dios determinó ir ampliando en Sus mandamientos, a fin de que no podamos poner excusa en cuanto a que “no sabíamos” de sus advertencias. Lo preocupante, es el cristiano que parece no haberse dado cuenta… ¿no haberse dado cuenta?... de lo que dice en el Nuevo Testamento, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 15, versículos 19-20, 29c. Leemos “Por lo cual yo juzgo, que los que de los Gentiles se convierten á Dios, no han de ser inquietados; Sino escribirles que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, y de fornicación, y de ahogado, y de sangre… de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien”.
La indiferencia (apatía) hoy está manifestada en el desinterés, con el resultado resueltamente desafiante hacia Dios. Los indiferentes (hacia Dios) se sitúan en estado de desobediencia, con el resultado de lograr fracasos en abundante cosecha.
El Apóstol Santiago declara el resultado de que el llamamiento de los gentiles, a ser parte de la Iglesia de Dios, se halla en armonía con las promesas hechas a Israel, y están vigentes hoy.
Es menester echar un poco más de claridad a este importantísimo asunto que nos involucra a todos, tanto judíos como gentiles: que se haya ya cumplido todo lo concerniente a la expiación hecha por CristoJesús sobre la cruz. Allí (el Señor) exhibió públicamente la Cédula de los ritos, o Acta de decretos, que nos era contraria, clavándola en la cruz. Leemos en Colosenses 2:14 “Rayendo la cédula de los ritos que nos era contraria, que era contra nosotros, quitándola de en medio y enclavándola en la cruz”. Allí quedaron todas las acusaciones que la Ley nos infligía, por derecho propio (descendencia de Adán y Eva), por delitos, errores, transgresiones, ofensas y pecado que hemos hecho, hacemos y heredamos contra Dios. Y de acuerdo a un pensamiento de Job 19:5, en donde dice “Mas si vosotros os engrandeciereis contra mí (Dios), Y adujereis contra mí mi oprobio…”, la situación todavía se vuelve más desafortunada. La misericordia de Dios y Su justicia, ofrecidas al hombre, puede bien constatarse en el libro de los Hechos, capítulo 17: 30-31. Leemos “Empero Dios, habiendo disimulado los tiempos de esta ignorancia (cédula de los ritos, etc.), ahora denuncia á todos los hombres en todos los lugares que se arrepientan: Por cuanto ha establecido un día, en el cual ha de juzgar al mundo con justicia, por aquel varón al cual determinó; dando fe á todos con haberle levantado de los muertos”.
C) El sacrificio de CristoJesús en la cruz no fue un pago parcial. Veamos un ejemplo para comprender de por qué el pago (de Cristo por nuestra salvación) no fue parcial… Un animal estrangulado: si ese animal muere en esa situación, su sangre contaminará toda su carne. ¿Por qué? El ahogo por estrangulamiento generará en el animal un sufrimiento y pánico tal, que provocará la contaminación de su carne con su sangre; causando de esta manera que su carne no pueda ser comestible. Lo mismo sucedió con CristoJesús en la cruz: su cuerpo ya sin vida escurrió (goteó-destiló) toda su sangre, a fin de no provocar esta clase de perjuicio contaminante a aquellos que confían, confiaron y confiarán en su perdón y salvación. Ahora bien, visto lo anterior, aplicamos entonces el ejemplo de la contaminación: en cuanto a que con obras meritorias, o portándose bien, absolutamente nada podremos lograr para ganar la salvación; eso no nos sirve, no tiene ninguna validez (ver mensaje ¿Me porto bien?). Sería de ese modo estar como contaminados de lo engañoso. ¿Sabía usted que se han añadido (el hombre rebelde lo hizo) contra Dios palabras a las Escrituras; y del mismo modo otras que se hallaban en la Palabra, fueron quitadas? Esto se hizo así para justificar de esta manera que la obra en el Calvario, por parte de Cristo, no está del todo completada; sino que se necesita de co-redentores. ¡Y esto es blasfemia!; la cual lleva inexorablemente a la apostasía, a la caída de los valores morales y a la pérdida de la integridad (Apocalipsis 22:18-19 “Porque yo protesto á cualquiera que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere á estas cosas, Dios pondrá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro.”) (ver mensaje La Integridad). El pago requerido fue completo, perfecto; obteniendo el/la pecador/a remisión completa de sus pecados. Es satisfactoria a los ojos de Dios. Sin embargo, hay quienes (personas) se abrogan el derecho deuterocanónico para perdonar pecados: «Ego te absuelvo». Si a usted le han dicho esto, y usted muere creyendo que irá al cielo, justificado, déjeme decirle que su destino no será el cielo; sino que usted está aún muerto/a en sus delitos y pecados: sin pago de deuda ni justificación por la gracia, es decir, MUERTO. Entonces, su destino no será el reino de Dios: sino que será la tragedia más horrorosa que usted se pueda imaginar. ¡Su destino final será el infierno!
D) La expiación la mencioné en la sección A, y aquí la mencionaré brevemente. Dios dice que el creyente, estando en Cristo resucitado, no está ya bajo la Ley. Cito a continuación, de la página 105 de la Biblia Anotada del Dr. Scofield, una explicación de Éxodo 29:33. Comienzo de la cita: «La palabra “expiación”: del hebreo “cafa” = “cubrir”. Según las Escrituras, lo que hacían los sacrificios del sistema Mosaico era “cubrir” los pecados del oferente y darle así seguridad del perdón divino. Pero no era posible que la sangre de los toros y de los machos cabríos pudiera QUITAR los pecados. Leemos en Hebreos 10:4 “Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados”. El israelita traía su ofrenda como una confesión de su pecado, y como un reconocimiento de que la paga que éste merecía era la muerte. Dios “cubría” (pasaba por alto -Hechos 17:30ª; Romanos 3:25) entonces ese/esos pecado/s, en anticipación del sacrificio de Cristo, por medio del cual se quitan “los pecados pasados” que Dios en su paciencia había “pasado por alto” (nuevamente vayamos a Romanos 3:25). En teología, “expiación” es un término que cubre toda la obra sacrificatoria y redentora de Cristo. En el Antiguo Testamento, la palabra expiación se usa para traducir los términos hebreos que significan “cubierta”, “cubiertas” o “cubrir”. Por lo tanto, expiación no es una traducción literal del hebreo, sino un concepto teológico. Las ofrendas levíticas (ver Levítico 16: 6 hasta 17: 1-14) podían “cubrir” los pecados de Israel hasta la cruz y en anticipación de la cruz; pero éstas no tenían el poder de quitarlos (Hebreos 10:4). Estos son los “pecados pasados” cubiertos temporalmente por las ofrendas levíticas, que Dios en su paciencia había “pasado por alto” (Romanos 3:25). Por este acto de pasar por alto aquellos pecados, la justicia de Dios no fue vindicada sino hasta que Jesucristo fue puesto como “propiciación” en la cruz». Fin del escrito de Dr. Scofield, página 105.
Estrictamente hablando, fue en la cruz y no en las ofrendas levíticas que la expiación se efectuó. Ya no hay más ceremonial de Sumo sacerdote o sacerdote humano que oficie como tal, reemplazando la expiación que realizó el Señor Jesucristo. Por lo cual, podemos agregar que el Salvador CristoJesús —reconocido por el mismo Dios, quien dijera de él: “Este es mi Hijo amado; á él oid” (Lucas 9: 35b)— una vez por todas ofreció un ÚNICO y satisfactorio sacrificio, pagando la cuenta total por nuestra libertad; y en su grito sagrado: “consumado es”, no dejó NADA para que “otro” lo termine. Y si dijere alguno (o institución) de “hacer” algo, ese es un usurpador y mentiroso; tiene el arte de producir engaño para tratar de desviar la Verdad en provecho suyo. No obstante, ¡ese es anticristo y anatema!
Cristo fue quien cargó la cruz y, sufriendo, murió sobre ella, pagando así el precio por nuestra salvación. Quien rehúsa creer en Él y, en consecuencia, no le da la gloria que solo Él merece, es injusto/a: obra con injusticia, y hace que sea totalmente inútil para el/la tal ese acto (u obra) de salvación tan grande efectuado en la cruz. Gálatas 5:2 “He aquí yo Pablo os digo, que si os circuncidareis, Cristo no os aprovechará nada”, es el llamado de advertencia.
CURSO DE ACCIÓN:
Apreciado/a oyente y radiolector/a, y amigos/as de Facebook, en estos momentos de tanta confusión, donde prácticamente en todo lugar sobre la tierra la realidad de ser instruido en la verdad hace que lo engañoso y falsificado disponga de cierta cantidad de que algo de ello tenga matices de verdadero, quiero decirte ciertamente que tales instrucciones son proclives a dejarte a ti en situación del ejercicio de la incredulidad. Tu fe quizá haya sido puesta sobre actuaciones infructuosas que no te permiten ninguna clase de satisfacción o gozo de poder disfrutar de la libertad que el Salvador, CristoJesús, te ofrece. Él es el Gran Dios; y no hay nadie que se pueda colocar a Su altura de redención, o igualarle en amor hacia ti. Su gracia es soberana y toda suficiente para darte el perdón por tus pecados, y para concederte que puedas alcanzar a vivir con alegría en la esperanza bienaventurada de la redención: que es la vida eterna. Dice la Escritura en Romanos 8: 28-30 “Y sabemos que á los que á Dios aman, todas las cosas les ayudan á bien, es á saber, á los que conforme al propósito son llamados. Porque á los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hechos conformes á la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos; Y á los que predestinó, á éstos también llamó; y á los que llamó, á éstos también justificó; y á los que justificó, á éstos también glorificó”. ¡Amén!
Por lo cual, entiende ahora que tú, hombre o mujer, puedes acudir a Él, quien te ha llamado y predestinado para concederte el perdón de tus pecados, ofreciéndote la salvación y glorificándote con la vida eterna. No lo rehúses. ¡Acude ya! Date cuenta que este es el auténtico y verdadero amor de Dios. No importa qué tan bueno o buena te creas para merecerte el cielo, o no; o si por el hecho de tus acciones que cometiste y cometes: errores u omisiones, pienses quizás que para ti tampoco hay ya oportunidad… No te desanimes. ¡Cree, solamente! Acércate a Él. Él te espera con sus brazos abiertos y te dice: “VEN AHORA”. ¡Aún hoy hay tiempo!
Si has tomado esa decisión, me dejas pleno y feliz. ¡Quiero que te acerques ahora mismo, sin posponer esta decisión! Recuerda, tu salvación es muy importante: “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.” (Lucas 15:10). Permíteme guiarte en una sencilla oración.
ORACIÓN:
«Señor Dios, me acerco a ti confiando en tu misericordia oportuna para mí. Yo, _______________, reconozco que mi situación de vida ante ti es difícil. Apelo a tu bondad toda suficiente. Te pido perdón por mis pecados. Concédeme, Señor, la salvación. Recibo, Padre, por la fe a tu Hijo el Señor Jesucristo, quien murió por mis pecados; y a quién tú, Padre, le resucitaste de los muertos. Confío, que aunque yo muera, tú me levantarás de entre los muertos para ser glorificado/a, es decir, con la vida eterna. Me comprometo a abandonar la vida de pecado, con tu poder y gracia, para así vivir agradándote a ti. Tú ahora eres mi verdadero y único Dios. Sé que no hay otro. Ayúdame a entender lo escrito en tu Palabra, la Biblia. Gracias por perdonarme y salvarme. Amén».
Amigo y amiga, ahora eres un hijo/hija de Dios, si te has comprometido con la oración arriba citada, permíteme decirte, para tu entera satisfacción, lo que dice en el Evangelio de Juan 1:12-14 “Mas á todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, á los que creen en su nombre: Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, mas de Dios. Y aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. Dios te bendiga ricamente. Pastor, Ricardo Iribarren.
(Biblia consultada: RVR – Reina Valera 1909 - Versículos en forma textual)