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Pan Sin Levadura - Semejantes a Los Ídolos

Para el bien de su Alma...
Tema de Hoy: SEMEJANTES A LOS IDOLOS

"Los ídolos de las naciones son plata y oro, obra de manos de hombres.  Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven;  tienen orejas, y no oyen; tampoco hay aliento en sus bocas.  Semejantes a ellos son los que los hacen, y todos los que en ellos confían." Salmos 135:15-18

A través de las Escrituras podemos ver como a causa de la desobediencia de Adán y Eva en el Edén (Génesis 3), el pecado domina los corazones del ser humano produciendo diferentes efectos en la vida de los mismos.  Sin embargo, ningún efecto es tan prevalente y tan perjudicial en las Escrituras como la idolatría. Después de todo, el ser humano necesita llenar ese vacío que está presente en su vida cuando Dios no es el centro de la misma. De Génesis al libro de Apocalipsis vemos una y otra vez como las personas intercambian la gloria de Dios por otra cosa, persona o idea haciéndola objeto de su adoración y dependencia. Esto es una grave y peligrosa realidad en la vida del ser humano que la práctica, pues  no solo va en contra al mandato de Dios de no adorar, exaltar o amar a imágenes o dioses ajenos sobre Si mismo (Éxodo 20:3-6) y atenta robar la gloria que Dios mismo dijo que no le iba a dar a otro (Isaías 42:8), sino que transforma y corrompe la vida de aquellos que la practican.

Como el pasaje del encabezado denuncia, aquellos que confían en ídolos se vuelven semejantes a los mismos, adoptando características o conceptos de aquello a lo que adoran. Por ejemplo, aquel cuyo ídolo es el dinero desarrolla en su corazón codicia, avaricia y el afán de poseer el mismo o la desesperación al no tenerlo. Aquel cuyo ídolo es una persona, no solo se afana por la misma, sino que en la mayoría de los casos cambia su manera de ser, estilo de vida y prioridades para agradar o ganar a la misma. Aquel cuyo ídolo es el sexo o la lujuria termina siendo consumido por sus propias pasiones y desarrollando hábitos relacionados con las mismas. Si continuáramos la lista no terminaríamos; después de todo fuimos creados para Dios (Romanos 11:36), y cuando Él no ocupa el lugar que se supone en nuestras vidas, buscamos llenar ese vacío con substitutos de nuestra propia creación no importa cuales sean.

Por supuesto, las Escrituras no guardan silencio acerca de los efectos de la idolatría en la vida de los que la practican. Por ejemplo,  podemos ver como en los (Salmo 115: 4-8; Salmo 135:15-18) se nos advierte claramente sobre como aquel que se rinda a ídolos termina siendo semejante a los mismos. La idolatría misma y sus efectos es uno de los temas predominantes en el libro de Isaías. De hecho, es interesante como en el capítulo 6 (luego de la magnífica visión y llamamiento del profeta Isaías), cuando llegamos al segmento donde Dios le está diciendo a Isaías lo que tenía que hacer, no vemos algo que nosotros esperaríamos normalmente. Prácticamente las instrucciones de Dios para con Isaías fueron que saliera a predicar, pero estando claro que el pueblo no iba a escuchar, ver, entender o comprender el mensaje; todo lo contrario se iban a endurecer más (Isaías 6:9-12). Si seguimos la lectura podemos ver que todo esto era parte del juicio de Dios sobre su pueblo y que eventualmente llevaría a la restauración del mismo, pero ¿cuál era la razón de este juicio en contra del pueblo de Dios? Que se habían apartado de Jehová y se habían ido con las otras naciones y sus ídolos (Isaías 2:6-9). Por lo tanto, no es casualidad que el tema de la idolatría sea uno que prevalezca en el libro de Isaías. Lo interesante es que las mismas características que Dios da a su pueblo rebelde de ciegos, sordos, y faltos de entendimiento (Isaías 6:9-12; Isaías 42:17-18, Jeremías 5:21) son sumamente similares a las que el resto de las Escrituras (Salmo 115: 4-8; Salmo 135:15-18; Daniel 5:23) da cuando menciona que los ídolos no ven, no oyen, ni entienden pues sus ojos y oídos están cerrados para no ver ni escuchar,  y carecen de vida para entender. En su idolatría, Israel se estaba volviendo  semejante a los ídolos que decían adorar.
 
Así que todo idolatra de imágenes y estatuas es igual a sus ídolos, son sordos, ciegos y mudos.

Es por esta razón que la idolatría es uno de los efectos del pecado más dañinos en el ser humano,  y uno con los cuales uno más debe  luchar y estar atentos. El mismo no solo viola la ley de Dios y remplaza la gloria (y el lugar) de Dios en tu vida por un substituto, sino que también transforma a la persona a tal grado que en vez de reflejar la imagen del Dios que lo o la creo, termina reflejando aquello que ha tomado el lugar de Dios en su vida. Por lo tanto, si somos transformados por aquello que adoramos, que el centro de nuestra adoración sea Cristo y no los ídolos que nos rodeen. Entonces, no solo estaremos en obediencia a Dios y dándole la gloria al que la merece, sino que evitaremos que nuestro ser sea corrompido por los efectos de la idolatría y el pecado y seremos renovados día a día en la imagen de nuestro Señor Jesucristo.

Cuando me refiero a idolatría, no simplemente implica el arrodillarse o adorar estatuas o símbolos, sino el acto de suplantar el lugar que le pertenece a Dios en el corazón del hombre con otra cosa, objeto, idea o persona y rendirle pleitesía o adoración. En otras palabras, todo aquello que clame la lealtad, prioridad o preferencia sobre Dios en el corazón de una persona es un ídolo.

"...El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio." Marcos 1:15

 

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