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Jesús… ¿Fuente De Escándalos?

Este pasaje nos muestra a nuestro Salvador Cristo Jesús en su propio país, en Nazaret. Es una comprobación melancólica de la maldad del corazón humano y merece atención especial.

  Al escudriñar pasajes de la historia de la vida de Jesús en aquel tiempo, nos sería oportuno desentrañar toda aquella situación personal en la cual el Señor vivió el desprecio de sus semejantes: por considerarlo “el hijo del carpintero”, el hijo de José; y que, de hecho, no era tomado muy en serio. Sin embargo, si otro en lugar de Jesús hubiese venido con toda la pompa y esplendidez —por ejemplo, el hijo de un hombre rico y hasta poderoso, con mucha "espalda"—, seguramente no se habrían escandalizado.
  Vemos en primer lugar cuán dispuestos estaban —y están— los hombres a tener en poco aquello, a no darle el valor que le corresponde; lugar que le sería, ciertamente, tan natural.
  Nuestro Señor y Salvador "escandalizaba" a los aldeanos de Nazaret.
  Estos no podían concebir que aquel, quien había vivido tantos años entre ellos, conociendo a sus hermanos y hermanas, fuese digno de ser seguido por una multitud que lo llamaba “Maestro”, Rabí.
  Ningún lugar en la tierra ha gozado de los privilegios de Nazaret…
  El Hijo del Hombre residió por 30 años en esa ciudad y recorrió sus calles. Las gentes del lugar lo conocían muy bien.
  Durante todos esos años marchó por las sendas de Dios llevando una vida intachable y perfecta, a la vista de sus habitantes… Pero esto no produjo ninguna impresión en estos. No estaban dispuestos a aceptar las Buenas Noticias que les ofreció en cada ocasión, cuando él (el Señor Jesús) se presentó para enseñar en su sinagoga (de ellos). No quisieron convenir en que tuviese ningún título, 

ningún nombramiento, ninguna oportunidad, nada que manifestara su presencia allí y que fijaran su atención en ese ser que ellos conocían tan bien, y que por tanto tiempo estuvo entre ellos, comiendo, caminando y aun vistiéndose como ellos. Pues se escandalizaban de Él.
  Nosotros (los cristianos) conocemos a Jesús muy bien, y nada puede sorprendernos de Él. Estamos bien acostumbrados a compartir su historia, sus hechos, sus dichos; a saber de sus momentos alegres, como también aquellos de congoja. Casi tan identificados nos sentimos que podríamos decir que efectivamente estamos viviendo (en ese mismo tiempo) en Nazaret.
  No hay nada de esto que nos deba sorprender, puesto que lo mismo está aconteciendo todos los días, hoy, en torno de nosotros y en nuestro país. Sucede que, en realidad, mis amados hermanos y amigos, las Sagradas Escrituras, la predicación de las bienaventuranzas (Evangelio), y tanto el culto público como el privado, tienen una cierta similitud, en cuanto a lo religioso, con aquella observancia que profesaban los habitantes de Nazaret de ese tiempo. A consecuencia de los abundantes medios de gracia en Su persona, con los cuales dotó a sus seguidores en aquel tiempo (a saber: paciencia, piedad, bondad hacia el necesitado, caridad, etc.) y que gozan hoy los habitantes cristianos de Argentina —y de cualquier otra nacionalidad—, han sido y son a menudo estos tenidos en muy poca estima, muy poco tenidos en cuenta…
  Los nazaritas de hoy, así como aquellos nazaritas de aquel tiempo, están tan acostumbrados a esos medios de gracia, que tampoco comprenden sus privilegios…
  Hermanos de distintas nacionalidades están representados hoy aquí en este culto dominical en esta mañana, y disfrutando todos nosotros, juntos, estos privilegios; los cuales privilegios, por la voluntad de Cristo Jesús, estamos viviendo; y queremos asimismo compartirlos con otros, para que también se beneficien; aunque muchos de estos puede que se escandalicen de nosotros (por dichos privilegios, a saber, vida de santidad, pureza, dominio propio, humildad, caridad, etc.). Pero eso no importa. Dios mediante lo haremos nuestro testimonio: hablar de todo lo que somos, en Cristo Jesús, delante del Padre.
  Sin embargo, es una triste verdad que, particularmente en religión…  LA CONFIANZA ENGENDRA DESPRECIO…
  Lo que experimentó el Señor Jesús en este particular, es decir, el desprecio y el rechazo, es empero una fuente de consuelo para muchos que formamos parte de su iglesia hoy. ¡Qué gran angustia nos provoca la incredulidad hacia los creyentes que regularmente tienen que soportar los inconvenientes del desprecio y el rechazo de los no cristianos! (dice Apocalipsis 2: 9 – “Yo sé tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser Judíos, y no lo son, mas son sinagoga de Satanás.”)
  Es también un consuelo y refugio para los verdaderos cristianos que se encuentran aislados en medio de sus familias, y ven que estas se hallan apegadas al mundo…
  Recuerden que están apurando el cáliz del Señor (juicio). Leamos Habacuc 2.16, lo cual dijo en Israel "Haste llenado de deshonra más que de honra: bebe tú también, y serás descubierto; el cáliz de la mano derecha de Jehová volverá sobre ti, y vómito de afrenta sobre tu gloria."
  Piensen por un momento que él también fue despreciado por los que mejor le conocían. Leemos en 2 Pedro 2.10 "Y principalmente á aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia é inmundicia, y desprecian la potestad; atrevidos, contumaces, que no temen decir mal de las potestades superiores."
  Aprendamos, hermanos y amigos, que la conducta más arreglada y más constante no someterá a los demás a los deseos de adoptar sus opiniones y sus ideas, como sucedió con toda aquella gente.
  Con la esperanza de su costado derecho —ciertamente horadado— y la fe por delante que mostró el Señor Jesús, y por lo cual no se desalentó y continuó hasta el final, así también dirijámonos nosotros. Esforcémonos en ser constantes. El crédito de nuestras acciones es visto desde el cielo. Si los hombres se escandalizan, significará que andamos por buen camino…
Invito a todos aquellos que han tomado los créditos de la incredulidad y la parcialidad a sumarse a la vanguardia de los así llamados por el apóstol Pablo, en Romanos 8:37: "Antes, en todas estas cosas hacemos más que vencer [vencedores] por medio de aquel que nos amó." Que te sumes al desafío de los propósitos divinos para tu vida, en la lid de Cristo Jesús. ¿Estás dispuesto? ¿Estás dispuesta? Levanta tu mano y di: ¡Yo, Señor, acepto!

  A ti, amado oyente de esta radio que estás leyendo este mensaje, te invito a sumarte y ser parte de esta vanguardia de “más que vencedores”. ¡Que no te importe si se escandalizan de ti! Sigue a Jesús. Él es la Luz. Toma tu decisión hoy, ahora, y síguele. Dios te bendiga ricamente. Pastor, Ricardo Iribarren.

(Todas las citas bíblicas fueron extraídas -en forma textual- de la versión RV 1909)

Modificado por última vez enMiércoles, 24 Junio 2020 14:56

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