Un Corazón De Carne (nuevo) Para Ver a Dios
- Escrito por Pastor Ricardo J. Iribarren
- Publicado en Devocionales /
- Leer 5100 veces /
- Imprimir /
- ¡Escribe el primer comentario!
Serie: Venid
Mensaje: Damos la bienvenida. Dice el Señor… «Bienaventurados los de limpio corazón; porque ellos verán a Dios» (Mateo 5:8).
Lectura bíblica: Salmo 29 «Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos,
Dad a Jehová la gloria y el poder.
Dad a Jehová la gloria debida a su nombre;
Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.
Voz de Jehová sobre las aguas;
Truena el Dios de gloria,
Jehová sobre las muchas aguas.
Voz de Jehová con potencia;
Voz de Jehová con gloria.
Voz de Jehová que quebranta los cedros;
Quebrantó Jehová los cedros del Líbano.
Los hizo saltar como becerros;
Al Líbano y al Sirión como hijos de búfalos.
Voz de Jehová que derrama llamas de fuego;
Voz de Jehová que hace temblar el desierto;
Hace temblar Jehová el desierto de Cades.
Voz de Jehová que desgaja las encinas,
Y desnuda los bosques;
En su templo todo proclama su gloria.
Jehová preside en el diluvio,
Y se sienta Jehová como rey para siempre.
Jehová dará poder a su pueblo;
Jehová bendecirá a su pueblo con paz.»
Texto: Salmo 100:2 «Servid al SEÑOR con alegría; entrad delante de él con regocijo».
Una prédica del pastor Ricardo Iribarren, en la IBBM de Morón, un domingo de culto por la mañana…
«Oremos: Venimos a presentarnos delante de ti, Señor, nuestro Dios y Padre. Venimos a disfrutar con alegría de tu compañía. Venimos a ver y sentir tu presencia en medio nuestro. Estamos ansiosos por escuchar tu Palabra, además de recibir las bendiciones que de ella proviene. Cada uno de nosotros trae para ti su ofrenda de adoración. Todos nos inclinamos ante tu majestad, Señor, nuestro Dios. Señor de los cielos y de la tierra, hágase tu voluntad. Enséñanos de tal modo a contar nuestras alegrías, para así traer a nuestra memoria las buenas cosas con que nos sacias de tu misericordia. Y así cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días: niños, adultos y ancianos, hombre y mujer, de todas las edades. Pues tú dices: «Convertíos, hijos de los hombres» (Salmo 90:3). Venid a mí, con corazón íntegro y limpio, nos dice el Señor, tierna y suplicantemente; si bien nos afligiste para volvernos de nuestros malos caminos. He aquí, a tu reprensión acudimos ya, y somos saciados de tu justicia, por el beneficio que nos otorgó tu Santo Hijo Señor Jesucristo al derramar su vida preciosa por cada uno: por todo aquel, hombre y mujer que se acerca a ti contristado su corazón. Porque tú eres único y verdadero, y perdonas cuando de nuestros pecados nos arrepentimos. Nos recibes como hijos, adoptándonos. Nos ofreces la seguridad de que somos salvos de juicio y condenación, por tu perdón. Porque hemos puesto a Dios por nuestra esperanza y nuestra habitación. No nos volveremos atrás. Dejamos los deleites pasajeros de este mundo para buscar la gloria eterna. Confesamos y creemos que tú eres Dios, nuestro Dios Altísimo. Señor, da a nuestro corazón sabiduría, de donde nacerá nuestro temor y reverencia. A ti, Santo de los santos, te bendecimos en el nombre de tu amado Hijo Señor Jesucristo. Amén, y amén, y amén».
Hermanos, cantemos el Salmo 100. Lo encontramos en el himnario:
1- Cantad alegres al Señor,
Mortales todos por doquier;
Servidle siempre con fervor,
Obedecedle con placer.
2- Con gratitud canción alzad
Al Hacedor que el ser nos dio;
A Dios excelso venerad,
Que como Padre nos amó.
3- Su pueblo somos, salvará
A los que busquen al Señor;
Y nunca él los dejará,
Pues los ampara con su amor.
4- Siempre en sus atrios alabad,
Su santo nombre bendecid;
Eternamente es su bondad,
La buena nueva difundid.
5- Misericordia sin igual
Nos muestra por la eternidad,
Y su verdad será eternal
A toda la posteridad.
Bienvenidos sean todos, quienes de corazón quebrantado y agradecido deseen dar a Dios gloria y alabanza. Tu presencia y compañía, Señor, hace que todo nuestro ser se sienta lleno de agradecimiento por todos tus favores recibidos. ¡Aleluya! Como dijo Moisés instruyendo a Israel en el Shemá: «Mis Señores nuestros de dioses, triuno es» (esto es de la versión hebrea: la Torá). ¡Amén! ¡Gloria a Dios! Hoy y siempre estar con ellos, es decir, con El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, trae a nuestro ser esa devoción de culto y de adoración. Tenemos motivos cada uno de nosotros de honrarlos: por Su grandeza, Su majestad, Su poder y, por sobre todo, Su Amor infinito. Leemos en Hebreo 4:7, donde dice el Señor, por David, determinando otra vez un cierto día: «Determina otra vez un cierto día, diciendo: HOY por David tanto tiempo después, como está dicho: Si oyereis HOY su voz, no endurezcáis vuestros corazones»
David exhorta a los hombres a alabar a Dios por su grandeza. Dios creó los cielos y la tierra. Hay vida en los cielos y en la tierra. Los necios e intemperantes “sabios” se han vuelto más brutos que una bestia de carga al tratar de convencerse, y convencernos, de que existe atmósfera en otros planetas, imprescindible para la vida; la cual nuestro Dios sí la creó para nuestro planeta Tierra: para que haya vida, para que haya existir. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza: varón, el cual es gloria de Dios; y creó a la mujer de un costado del hombre creado, y la hizo gloria del hombre. Macho y hembra creó Dios. Asimismo, de toda especie de bestias y plantas; y peces, y los vientos, las estaciones, el agua [la cual nos dio para beber, asearnos y poder vivir físicamente]. Y puso su amor en nuestro corazón, para que desarrollemos nuestra fe, y alcancemos la esperanza. Pero nosotros desobedecimos a Dios. Dice Romanos 2: 1a «Por lo cual eres inexcusable, oh hombre…» Dios tuvo que enviarnos a su Hijo Jesús para salvarnos de irnos al infierno por desobedientes y transgresores, malvados y corruptos, paganos, desagradecidos, rechazadores del bien hacer: amando el error y complacientes de todas aquellas cosas que Dios aborrece. La amonestación, inclusive, declara que no abandonemos el culto de la Palabra de Dios, ya que tenemos una base firme como una roca, como un peñón, que aunque batido por los vientos y las grandes olas del mar, a todo aquello que se aferra y sube a ese peñón, tiene la seguridad de que ha logrado salvarse (ver mensaje LA SEGURIDADE DE LA SALVACIÓN). En el Salmo 62:7, David confió en su corazón en declarar esta reflexión «En Dios es mi salud (salvación) y mi gloria; peña de mi fortaleza; mi refugio es en Dios». Roca de fortaleza, era su -y debe ser nuestro- más fuerte amparo. Así, el Salmo 7, versículo 10, amplía esta figura para mostrarnos cuánta era su confianza… pues para David era «Mi escudo es en Dios, el que salva a los rectos de corazón».
Es motivo más que suficiente, creo yo, para venir y acercarnos al único Dios viviente: porque los demás dioses son imaginaciones pervertidas de hombres (y mujeres) que no aman ni temen al Dios verdadero; y aunque pueda causar esto asombro en estos hombres (y mujeres): para nosotros este es el verdadero motivo para acercarnos a Dios. La reverencia y el santo temor jamás debemos considerar de ponerlos a un costado. Porque nosotros somos barro, y nuestro espíritu es eterno. ¡Aleluya!
Si lo buscamos, pues, no está lejos. Buscarle es hallarle. Pues ese encuentro, como le sucedió a Abraham, nuestro ejemplo, depara asumir que Dios es de completa confianza: Abraham creyó y le fue contado por justicia. Lo que abrió la cerradura de una puerta desde donde luego se vería la luz. La llave era la fe; y de allí en adelante las conquistas espirituales, aunque hubo veces que pasó por derrotas. Su nombre (Moisés) está escrito en el Libro de la Vida. La Biblia, en la Epístola a los Hebreos 11:6, dice: «Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que a Dios se allega (se acerque), crea que le hay (que Dios existe, que es Único, que es Verdadero), y que es galardonador (premia con evidencias de Su existencia) de los que le buscan».
Puede analizar también Hebreos 11, del verso 8 al 20 «Por la fe, Abraham siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir por heredad; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe, habitó en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en cabañas con Isaac y Jacob, herederos juntamente de la misma promesa; porque esperaba la ciudad con fundamentos, el artífice y hacedor de la cual es Dios. Por la fe también la misma Sara, (siendo estéril) recibió fuerza para concebir generación; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó ser fiel el que lo había prometido. Por lo cual también de uno, y ese ya muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
En fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas; sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y abrazándolas; y confesando que eran peregrinos y advenedizos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan su patria natural. Que si se acordaran de aquella de donde salieron, cierto tenían tiempo para volverse; mas empero deseaban la mejor, es a saber, la celestial, por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les había aparejado ciudad.
Por la fe, ofreció Abraham a Isaac cuando fue probado; y ofrecía al unigénito en el cual había recibido las promesas, (habiéndole sido dicho: En Isaac te será llamada simiente); pensando dentro de sí, que aun de los muertos es Dios poderoso para levantar, por lo cual también le volvió a recibir por figura.
Por la fe también bendijo Isaac a Jacob y a Esaú de lo que habían de ser».
Veamos a qué conclusión llegamos:
1º) notemos algunas cosas que son oportunas para nosotros, adoradores. Dice de Abraham que por la fe, siendo llamado por Dios, obedeció para salir de su tierra. Dios lo alejó de una comunidad idólatra, pagana, corrupta. Así también nos llamó a nosotros, creyentes en Jesucristo, del mundo: de la tierra de olvido, tierra de oscuridad, llena de maldad y lujuria. A nosotros, pecadores en extremo atestados de todos los frutos de la carne, en la cual nos deleitábamos -y ciertamente puede que aún nos deleitemos-, no obstante nos llamó y nos dio a escoger algo mucho mejor. ¿Lo abandonaremos a él y perderemos la tierra prometida en la congregación de los primogénitos inscriptos en los cielos? ¿Olvidaremos que él hizo con nosotros pacto de salvación y ha escrito sus leyes en nuestros corazones y en nuestras almas? ¿Olvidaremos que nos ha prometido la vida eterna, habiéndonos arrepentido de nuestros pecados? ¿Olvidaremos el mandamiento «… Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento…» Lucas 10:27?
Hermanos, ¡cuánto más tenemos para recordar en esta mañana! («Seguid la paz con todos; y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor» [Hebreos 12:14]). ¡Aleluya! Sin olvidar que los fornicarios, o profanos como Esaú, son los que se vendieron a la carne. Son reprobados, porque no hallarán lugar para el arrepentimiento; aunque lo procuren con lágrimas («Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue reprobado, que no halló lugar de arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas» [Hebreos 12:17]). ¡Jóvenes, tengan cuidado con esto!
Jóvenes: mancebos y señoritas, tengan mucho cuidado con lo que el mundo ofrece. ¡Cuidado!... ni siquiera un simple “desliz”; el cual luego de ocurrido comienza una vida que se llenará de reproches y porqués. Aprendan de los aciertos y errores de aquellos nuestros ejemplos que leemos en la Biblia. Y a los adultos y ancianos también nos llega la misma exhortación. La santidad, después de haber alcanzado la salvación en Jesucristo, es el don más hermoso y preciado que existe. De allí provienen los dones, frutos y recompensas para los hombres y mujeres rescatados, salvos y hechos herederos de la gloria de Cristo y co-partícipes de bendiciones. Porque Jehová es Dios Grande y Rey por sobre todos los dioses (100:3); dioses creados por la imaginación retorcida de hombres impíos. Estos dioses en realidad no son nada. Dice Jeremías 5:7 «¿Cómo te he de perdonar por esto? Tus hijos me dejaron, y juraron por lo que no es Dios. Los sacié, y adulteraron, y en casa de ramera se juntaron en compañías». También leemos en el capítulo 10 de Jeremías, versículos del 10 al 15 «Mas el SEÑOR Dios es la Verdad; él mismo es Dios Vivo y Rey Eterno; de su ira tiembla la tierra, y los gentiles no pueden sufrir su furor. Les diréis así: dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos. El que hace la tierra con su potencia, el que pone en orden el mundo con su saber, y extiende los cielos con su prudencia; a su voz se da muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y hace salir el viento de sus escondederos. Todo hombre es carnal en su ciencia. Avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor (fundiciones de imágenes/efigies/esculturas), porque mentira es su obra de fundición, ni hay espíritu en ellos; vanidad son, obra de escarnios; en el tiempo de su visitación perecerán».
¡Es que esta es una verdad absoluta!... La cual sirve para demoler cualquier clase de argumentación sobre las deidades falsas; pues no logran éstos artilugios ningún provecho ni beneficio espiritual para sus seguidores; ni tampoco muestran, bajo alguna circunstancia especial, como apariciones, etc., un supuesto poder hacederos de milagros. El diablo puede hacer señales. Le está permitido para confundir a aquellos que no les interesa, ciertamente, el verdadero Dios; al cual no lo reconocen como tal ni le dan honra. Ellos vomitarán su apostasía sobre los ingenuos que creen en todo, menos en el Dios de verdad. Inclusive los mandamientos santos los ponen a la altura y práctica como ordenanza de su chifladuras, con el objetivo de vivir en sus transgresiones, recreándose en sus pecados y admitiendo que ello es una forma (aunque grosera) para que sus transigencias sean autorizadas por tal falso dios o diosa. Así Pablo deja un testimonio por demás elocuente, cuando un fabricante de dioses, llamado Demetrio, atestiguó lo siguiente en el libro de los Hechos 19:24-26 «Porque un platero llamado Demetrio, el cual hacía de plata templecillos de Diana, daba a los artífices no poca ganancia; a los cuales, reunidos con los obreros de semejante oficio, dijo: Varones, sabéis que de esta ganancia tenemos nuestras riquezas; y veis y oís que este Pablo, no solamente en Efeso, sino a gran multitud de casi toda el Asia, ha apartado con persuasión, diciendo, que no son dioses los que se hacen con las manos».
Además de ello, el culto a la diosa Diana era practicado por prostitutas profesionales, quienes ejercían la fornicación, dentro de todos los excesos que cometían. (En Deuteronomio se escribió una enseñanza para ser tenida en cuenta. Vemos en 22:21 «entonces la sacarán a la puerta de la casa de su padre, y la apedrearán con piedras los hombres de su ciudad, y morirá; por cuanto hizo vileza en Israel fornicando en casa de su padre; así quitarás el mal de en medio de ti». Ellos le movieron a celos con lo que no es Dios, lo hicieron enojar con sus vanidades («Ellos me despertaron a celos con lo que no es Dios; me hicieron ensañar con sus vanidades; y yo también los despertaré a celos con un pueblo que no es pueblo, con gente loca los haré ensañar» [Deuteronomio 32:21]). La auténtica adoración al Dios verdadero nunca hay que descuidarla. Su descuido nos arroja en los brazos de la confusión y el error. El cristiano que ama a Dios, el cual anhela siempre hacer Su voluntad, se opondrá tenazmente a continuar en una adoración falsa («Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de la común salud, me ha sido necesario escribiros amonestándoos que os esforcéis a perseverar en la fe, que ha sido una vez dada a los santos» [Judas 1:3]). El versículo 2 del Salmo 100, dice «Servid al SEÑOR con alegría; entrad delante de él con regocijo». Así, con corazón sincero, esta relación ilustra nuestra entera dependencia hacia él.
¿Quiénes deben asistir? ¿Cuáles condiciones son las que se exponen por medio del salmista?
Curso de acción:
Acudimos los que hemos renacido de nuevo (nacidos espiritualmente). Juan 1: 12-13, dice «Mas a todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su Nombre; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios». Estad atentos todos -hombres y mujeres-, si oyereis hoy su voz y os habéis vestido con vestiduras de salvación: ¡porque esa voz es de CristoJesús, quien nos vistió de nueva vestidura de honra y hermosura!… ¡A él venid!
Su voz ya ha salido por todo el mundo, y desde hace más de 2000 años sigue siendo oída y así lo será siempre. Porque él dejó testimonio, siendo reconocido por Dios cuando dijo: «Este [Jesús] es mi Hijo amado; a El oíd» [Lucas 9:35b]. Si oyes hoy su voz, ¡deja todo, corre hacia él! Hay poco tiempo. Cerca de ti está la Palabra. Ponla en tu boca, guárdala en tu corazón (Romanos 10:9-10 «Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para alcanzar justicia; mas con la boca se hace confesión para alcanzar salud».)
Este llamado es para ti y es para mí. ¡Vamos prestos! Venid los fieles. Venid los justos. Venid los guardadores del Nuevo Pacto. Venid los que esperan Su regreso. Venid los cansados y trabajados, que él os hará descansar. Venid por limpieza personal (Isaías 1:18 «Venid luego, dirá el SEÑOR, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, serán tornados como la lana».) A los sedientos, venid (Isaías 55:1 «A todos los sedientos: Venid a las aguas. Y los que no tienen dinero, venid, comprad, y comed. Venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche».)
Si entre nosotros aún no tienes salud para tu alma, acude ahora a CristoJesús. Este es Su llamado. Es su voz la que oyes: la que nos encargó de decir -yendo cada uno/a- y hacer discípulos en todas las naciones (en tu ciudad, tu barrio, tu cuadra, tu vecino, tu prójimo), y que enseñemos a amarle: a él y a Sus mandamientos. ¡Ven alegre a disfrutar tu encuentro con el Salvador! ¡Sí! ¡Sin demora, venid!
Amigo, amiga, si tú eres alguien que no ha recibido el perdón por tus pecados… y, en consecuencia, Jesús aún no te salvó… ¡esta es tu oportunidad! Ven a Emanuel (Dios/CristoJesús). Él te espera con sus brazos abiertos. Dile que quieres conocerlo. Él es el Dios Único y Verdadero. Él oye y te espera. Ya no demores. Ríndete a Su amor, y Su gozo llenará tu alma. ¡Ven! ¡Amén!
Devocional elaborado y escrito por el pastor Ricardo Iribarren
(Biblia consultada: Sagradas Escrituras (1569) - Versículos en forma textual)