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Peregrinos y Extranjeros

¿Sabía, usted, que todos los santos lo son?
Leamos en el Salmo 39, el versículo 12… «Oye mi oración, oh SEÑOR, y escucha mi clamor; no calles ante mis lágrimas; porque peregrino soy contigo, y advenedizo, como todos mis padres».


Así es el carácter transitorio de la vida, en donde todos los declarados justos para salvación por Dios y adoptados como hijos suyos, sean judíos o gentiles,  de acuerdo a Juan 1:14, se hallan encuadrados dentro de la situación que bien expresó David en este su Salmo… «peregrino soy contigo, y advenedizo». Peregrinos y advenedizos aquí en la tierra, porque es nuestra situación transitoria, tras la búsqueda de aquellas bendiciones que se encuentran reservadas y celosamente entregadas por el Espíritu de Dios, con el fin de satisfacer ese margen en el cual rendirá resultados satisfactorios en su devoción a Dios.
En 1Pedro 1:1… «Pedro, apóstol de Jesús, el Cristo, a los extranjeros esparcidos en Ponto, en Galacia, en Capadocia, en Asia, y en Bitinia…»

¡Cuánto para aprender encontramos los peregrinos y extranjeros en las Escrituras! Después de Pablo, Pedro bien podría ser quien más habla sobre la doctrina de las Escrituras. Aporta ideas valiosas relativas al ministerio del Espíritu Santo en la inspiración, y también afirma la inspiración de los escritos paulinos. Proporciona uno de los estudios más completos de las Escrituras: son producto del Espíritu Santo y traen regeneración y crecimiento espiritual.

Si bien Pedro hace el mayor enfoque de sus escritos basado en el sufrimiento, no obstante dicen algunas cosas sobre otros aspectos de la vida cristiana.

Se dirige a cristianos hebreos que estaban sufriendo por su fe como extranjeros y peregrinos. Escribió para animarlos y explicarles cómo deben reaccionar y preparar la mente ante el sufrimiento, especialmente cuando es inmerecido… «En lo cual vosotros os alegráis, estando al presente un poco de tiempo afligidos en diversas tentaciones, si es necesario…» (1:6).

Pedro escribió palabras de advertencia y ánimo en cuanto al sufrimiento. Veamos:

Primero: los creyentes han de esperar pruebas, sufrimientos, y deben preparar para ello sus mentes, pues Cristo también sufrió («escudriñando cuándo y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos; el cual antes anunciaba las aflicciones que habían de venir al Cristo, y la gloria después de ellas» [1Pedro 1:11]).

Segundo: los creyentes han de alegrarse en medio del sufrimiento, pues ello anticipa el regreso de Cristo (1Pedro 3:14… «Mas también si alguna cosa padecéis por hacer bien, sois bienaventurados. Por tanto, no temáis por el temor de ellos, ni seáis turbados…»; 4:13… «mas antes en que sois participantes de las aflicciones de Cristo, gozaos, para que también en la revelación de su gloria os gocéis en triunfo»).

Tercero: los creyentes pueden sufrir injustamente (1Pedro 2:19… «Porque esto es debido a la gracia, si alguno a causa de la conciencia que tiene delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente»).  ¿Significa que el extranjero y peregrino debe sufrir? Esto parece muy duro y difícil de digerir. Sin embargo, es lo que dijo Pedro… «Porque ¿qué gloria es, si pecando vosotros sois abofeteados, y lo sufrís? Mas si haciendo bien sois afligidos, y lo sufrís, esto ciertamente es debido a la gracia de Dios»; «Porque para esto sois llamados; pues que también el Cristo fue afligido por nosotros, dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis sus pisadas…» (20 y 21). Y en 3:17… «Porque mejor es que seáis afligidos haciendo bien (si la voluntad de Dios así lo quiere), que haciendo mal».

No hay mérito si el cristiano como extranjero y peregrino -hombre o mujer- sufre por hacer lo malo. Mas ante el Señor es admirable el creyente que soporta el sufrimiento injusto. Cristo sufrió y le dio a los creyentes un patrón de vida de ejemplo a seguir a través de su vida (1Pedro 3: 17-18… «Porque mejor es que seáis afligidos haciendo bien (si la voluntad de Dios así lo quiere), que haciendo mal. Porque también el Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos (usted y yo), para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu…»). Y 4:1… «Pues que el Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también estad armados del mismo pensamiento; que el que ha padecido en la carne, cesó de pecado…»

En nuestro considerando es preciso comprender a lo que en las Escrituras se le llama «forastero», «advenedizo», «peregrino y extranjero». ¿Qué relaciones existen entre las formas gramaticales? ¿Cuáles eran las intenciones de identificarse de esa manera? ¿El por qué lo hicieron? ¿Qué beneficios recibieron aquellos que, como nosotros hoy, se identificaron con estos calificativos? El reflejo de sus acciones y hechos de vida, ¿podemos imitarlos hoy? En Juan 1:12 dice… «Mas a todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su Nombre…»; y en 1Juan 3: 2… «Muy amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no es manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que si él apareciere (en nosotros), seremos semejantes a él, porque le veremos como él es». Quienes recibieron a CristoJesús como Salvador y Señor, son de hecho reconocidos ante la Deidad como hijos de Dios. No son meros vagabundos con una nueva religión a cuestas. Son llamados a pertenecer a un reino de reyes y sacerdotes adoradores del Dios Altísimo (1Pedro 2: 9… «Mas vosotros sois el linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para que mostréis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable»), siendo los discípulos a quienes se les repartieron dones y oficios (Efesios 4:11… «Y él dio unos, apóstoles; y otros, profetas; y otros, evangelistas; y otros, pastores y maestros…»). Son considerados soldados y están comisionados (2Timoteo 2:3… «Y tú pues, trabaja como fiel soldado de Jesús el Cristo»; 2Timoteo 4: 2… «Que prediques la Palabra; que apresures a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende duramente; exhorta con toda paciencia y doctrina»). por el Salvador para difundir las buenas noticias (predicar el evangelio) a todo el mundo. Por su noble trabajo recibirán, por el empeño puesto en el mismo trabajo, galardones y recompensas. Se levantará oposición tenaz por su servicio aquí en la tierra al Rey de reyes y Señor de señores.

El himno 399 del Himnario de Alabanza Evangélica, en su estrofa primera, dice: “Soy peregrino aquí, mi hogar lejano está en la mansión de luz, eterna paz y amor; embajador yo soy del reino celestial en los negocios de mi Rey”.

Peregrino y Embajador (2 Corintios 5: 20… «Así que, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogase por medio nuestro; os rogamos en Nombre de Cristo: Reconciliaos a Dios»). de Cristo, confesó el Apóstol Pablo. A tales servidores se les pide… «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios…» (Romanos 12:1). También es muy inspiradora la letra del Himno 348, del Himnario Bautista, que dice “Y armonice vuestra vida en acuerdos de amor, A sus atrios acercaos; vuestros votos renovad; Y alejados del pecado, vuestra vida transformad” (letra, Eva B. Lloyd – 1966). En Colosenses 1:10, Pablo escribió… «para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios».
José de los Santos le compuso letra a un musical “Marching To Zion”, con el título Yo Soy Peregrino. En su coro dice animando las estrofas que para Jesús canta: “Yo soy peregrino, Guíame por tu camino. Por ti, Maestro Divino, Seguir tu verdad yo quiero… Oír tu Voz de Amor. Seguirte por la fe”.

El anuncio y la predicación del bendito evangelio de Jesucristo, es de andar por fe, como peregrinos sin morada fija, como extranjeros (forasteros). La lealtad y el valor son indispensables como armas para luchar contra el desaliento y el desánimo. Los llamados a salirse afuera de todo tipo de religión —aún del ateísmo, puesto que es la religión exaltada del YO (dijo el pastor Richard Wurmbrand)—, somos invitados a no desmayar, aunque brame en derredor la furiosa tempestad: como aquellos discípulos enfrentados con una tremenda tormenta en el día de su desembarco en Normandía. Estos clamaron ¡Oh Dios, sálvanos ahora, te rogamos!, declamando aquellas palabras del Salmo 118, versículo 25… «Oh SEÑOR, salva ahora, te ruego; oh SEÑOR, te ruego nos hagas prosperar ahora». Cuántos peregrinos y extranjeros se apoyaron en su fe ante la difícil situación de vida. «Invoqué tu nombre, oh SEÑOR, desde la cárcel profunda. Oíste mi voz; no escondas tu oído a mi clamor, para mi respiro. Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas» (Lamentaciones 3: 55-57). Desde el cielo podemos oír que se nos anima a cada uno: ¡Adelante!… ¡Adelante! El espíritu que nos impulsa a continuar, aún abrumados por los continuos ataques de Satanás y sus huestes, hace que no pueda frenarse el impulso de todos aquellos que nos hemos enrolado en las filas del Salvador CristoJesús, alzando la bandera de la cruz  (dice el Himno 384). A veces no resulta fácil continuar en pos de Jesús. En cuanto a las ansias y pesares que enfrentamos, amigo, amiga, cristianos, ¡tenemos en Jesús a un fiel amigo!, que en nuestro diario caminar dispondrá para nosotros una posada para el descanso: en donde nuestros suspiros, anhelos y oraciones contestará él. Nuestro manual, que es la Biblia, en el Nuevo Testamento, en la Epístola a los Hebreos, en el Capítulo 11, versículos 33 y 34, Pablo escribió lo que debemos tomar con buen ánimo, conociendo lo que otros peregrinos y extranjeros lograron  «… que por fe ganaron reinos, obraron justicia, alcanzaron promesas, taparon las bocas de los leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de cuchillo, convalecieron de enfermedades, fueron hechos fuertes en batallas, trastornaron campos de enemigos extraños…».

El mundo no es nuestro refugio, ni nuestro hogar. No permitamos que con su sutileza nos distraiga ni entretenga nuestra vida con cosas vanas. No permitamos que nos seduzca con sus encantamientos, con sus halagos. Aún la brisa otoñal impulsa a cerrar los ojos, haciéndonos soñar (Salmo 126:2… «Entonces nuestra boca se llenará de risa, y nuestra lengua de alabanza; entonces dirán entre los gentiles: Grandes cosas ha hecho el SEÑOR con éstos»). De ahí las continuas advertencias que hallamos en las Escrituras, que ya fueron escritas en pos de prevenirnos, como señales de alerta en nuestro camino cristiano. Observaremos cuidadosamente y también los motivos de las mismas: la primera de ella, para tener muy en cuenta, es la duda. La duda fue lo que usó por vez primera Satanás en el Huerto de Edén, con la varona Eva. La duda y la astucia del que siembra la duda «con que Dios os ha dicho». Esta fue la ignominiosa interpelación. Entonces la duda dio origen al engaño, porque cuando Eva debió responder ante Dios por su desobediencia, dijo lo siguiente… «Entonces el SEÑOR Dios dijo a la mujer: ¿Qué es esto que hiciste? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí» (Génesis 3:13). Entonces tenemos 3 elementos de que tengamos que estar atentos y considerar los riesgos a los que nos exponemos. Cito a continuación otros textos para reafirmar bien este concepto. En Marcos 11: 22-24, respondiendo Jesús, les dijo… «Y respondiendo Jesús, les dice: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate, y échate en el mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá». Acá tenemos 3 elementos que son de bendición: tener fe en Dios; no dudar nada; creer resueltamente. Hay una especie de mandato explícito en el libro de Judas, versículo 22, donde dice… «Y recibid a los unos en piedad (que dudan), discerniendo». La duda ha causado a la humanidad daños tremendos, porque fomentó la desconfianza. En Romanos 14: 23c, dice… «Mas el que hace diferencia (duda), si comiere, es condenado; porque no comió por fe; y todo lo que no sale de fe, es pecado».
Tener fe es borrar la desconfianza en Dios, en Su Palabra, en Sus promesas. Tener fe es asegurar el paquete salvavidas de tu alma en el tercio de las dificultades. Jesucristo alertó en reiteradas ocasiones a sus discípulos de que uno de los peligros para la conducta y la fe del creyente es el engaño de cualquier índole, y que debían —y debemos— evitarlo con todo esfuerzo, solicitud, vigor y valentía; puesto que el engaño es una de las herramientas predilectas de Satanás: que usando el disimulo hace presa fácil de los no apercibidos o incautos. Veamos algunos ejemplos. En Lucas 21:8, Jesús enseñó a sus discípulos respecto a qué señales antes del fin debían prestar atención… «El entonces dijo: Mirad, no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy; y, el tiempo está cerca; por tanto, no vayáis en pos de ellos». Notemos dos señales a las cuales debemos prestarles aguda atención:

Primero: muchos vendrán en su nombre: con un evangelio falso, alterado, cambiado, mentiroso y engañoso.

Segundo: “el tiempo está cerca”… Esta frase me hace suponer que quizá muchos tratarán de adelantar los sucesos detallados en la Palabra de Dios, o hacerles creer a los discípulos (todo creyente en Cristo) que cuando aparezcan las señales en el sol, en la luna, en las estrellas (esto entendiéndolo como corresponde), en la tierra habrá angustias de las gentes confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán (Lucas 21: 25-26a… «Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y en la tierra apretura de las naciones por la confusión del sonido del mar y de las ondas; desfalleciendo los hombres a causa del temor y expectación de las cosas que sobrevendrán a la redondez de la tierra; porque las virtudes de los cielos serán conmovidas»). En Marcos 13: 5-6, Jesús, respondiéndonos, nos dice… «Y Jesús respondiéndoles, comenzó a decir: Mirad, que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo Soy el Cristo; y engañarán a muchos». ¿En qué serán engañados? En doctrinas y enseñanzas de demonios. «Pero el Espíritu dice manifiestamente, que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus de error y a doctrinas de demonios» (1Timoteo 4:1). En el escenario que es la iglesia, dentro de ella se harán manifiestas conductas de creyentes que el Espíritu Santo reprueba y advierte por boca del Apóstol Pablo… «Esto también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos: Que habrá hombres amadores de sí mismos , avaros, vanagloriosos, soberbios, maldicientes, desobedientes de sus padres, ingratos, impuros. Sin afecto natural, desleales, calumniadores, sin templanza, sin mansedumbre, sin bondad, traidores, arrebatados, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios; teniendo apariencia de piedad (RVI960) [o, se cubren con un manto de apariencia en la piedad (Versión 1677)], pero negando la eficacia de ella; y a éstos evita» (2Timoteo 3: 1-5). Dentro de esta “insigne” lista agrego a los orgullosos, altivos; a los tibios y fríos; a los calumniadores, mezquinos. «Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos. Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se enfriará» [la versión RV 1909 dice: «el amor de muchos se resfriará»] (Mateo 24: 11-12).
Ante tanto aviso, Jesús nos propone que le contemos de nuestros peligros (Mateo 8:25); que le preguntemos (Mateo 24: 1-2); que le hablemos de nuestras enfermedades (Marcos 1:30); que le compartamos nuestras dificultades (Marcos 6: 35-36); que le compartamos de nuestros fracasos (Lucas 5:5): Simón le dijo (a Jesús)… «Y respondiendo Simón, le dijo: Maestro, habiendo trabajado toda la noche, nada hemos tomado; mas en tu palabra echaré la red»; Y en Marcos 9:28… «Y como él (Jesús) entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?».

Aún en las circunstancias familiares, en donde suelen centralizarse la mayoría de los problemas, la Palabra de Dios nos dice qué actitud debemos seguir. Veamos en Marcos 9:34… «Mas ellos callaron; porque los unos con los otros habían disputado en el camino quién había de ser el mayor»). Él (Jesús) se goza mucho cuando alcanzamos la victoria (Lucas 10:9 «… y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado a vosotros el Reino de Dios»). Él anhela que le compartamos nuestra desilusión… «Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Tú solo peregrino eres en Jerusalén, y no has sabido las cosas que en ella han acontecido estos días?» (Lucas 24:18). ¿Compartimos con Jesús nuestros desconsuelos?... «¿Y por qué desanimáis el corazón de los hijos de Israel, para que no pasen a la tierra que les ha dado el SEÑOR?» (Números 32:7). El Señor nos ayuda cuando buscamos las oportunidades (1Corintios 16:8-9 «Pero estaré en Efeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios»), aprovechando los cambios o las dificultades inesperadas como oportunidades para servir a Dios (Hechos 17:31… «Cuando comenzaron a meter a Pablo en la fortaleza, dice al tribuno: ¿Me será lícito hablarte algo? Y él dijo: ¿Sabes griego?...»). ¿Compartimos con Jesús cuando nos encontramos en medio de persecución u hostilidad? (Salmo 7:1… «Sigaión de David, que cantó al SEÑOR sobre las palabras de Cus, hijo de Benjamín. SEÑOR Dios mío, en ti he confiado; sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame…»). Y así tantas otras cosas qué, como forasteros y extranjeros, debemos transitar por este mundo que nos aborrece. No obstante, la gran victoria se manifiesta cuando los creyentes en Cristo se dan cuenta de que ya no pertenecen al mundo; el cual mundo ya tiene a los que son suyos (aunque, claro está, muchos de estos pueden ser traídos al reino). Y tú y yo vivimos como un expatriado. Tu significado de vida es trascendente en la esfera espiritual: como Abraham que salió de Ur, sin saber a dónde iba; aunque usted ya conoce hacia dónde va (en CristoJesús) y qué formidables bendiciones le tiene preparado Melquisedec.

Curso de acción:
Tiene que tomar una decisión ahora. Permítame decirle que su decisión será que dejará de pensar en todo lo que le rodea como cosa a que aferrarse («… que siendo [Jesús] en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios [como cosa a que aferrarse]» [Filipenses 2:6]) y vivir su vida nueva, en la nueva relación con Cristo. El mundo para usted es ahora la ocasión para demostrarle a Jesús que su esfuerzo será volcado para ser su embajador/embajadora, y que no tiene ningún otro compromiso, ni lazo de amistad con él (el mundo). Es usted un/a peregrino/a y extranjero/a. Alguien que, como dijo Pablo, ya no siente (él no lo sentía; porque ya vivía sirviéndole a Cristo) compromiso alguno ni está ligado a ello (a todo lo que sea del mundo). Ahora debe usted tomar una decisión.

Le animo a que rechace lo que está lejos del Dios de nuestra común salvación y estemos estrechamente unidos con lo que hemos convenido con él. No se ate a los chismes ni a las corrientes doctrinales de hombres. No convenga en tener amistades con aquellos que no se hallan inscriptos en el Libro de la Vida del Cordero de Dios; no obstante, hábleles de ese Cordero. ¡Rechace plenamente toda vez que deseen compartir los halos de la maldad! Si tiene la oportunidad de compartir su fe, ¡hágalo! Si la oportunidad se manifiesta resueltamente en la búsqueda de bendiciones, ¡no se demore! Debe usted recordar quién es ahora. La campaña es grande y pocos son los que en verdad se interesan en los desafíos que Jesús propone. ¡No sea parte de ellos! Le animo a que se esfuerce y tenga valor. ¡Adelante, la victoria es suya!

Oración:
Esta invitación es para todos, hombres y mujeres que estén dispuestos a renunciar a su ciudadanía mundana, para adoptar la espiritual: que, si usted es cristiano, Dios le ha dado ya. El compromiso es muy importante.
«Amado Dios, yo soy un extranjero y peregrino en esta tierra. Asumo que tú me has encontrado, y yo a ti (por tu gracia). Estoy en busca de ese Reino Espiritual que tú me ofreces. Quiero ser parte contigo de ello, y por medio de ti, porque solo de ninguna manera podré lograrlo. ¡Contigo sí! Lo que el mundo haga ya, a mí no me afecta; porque ahora pienso como Cristo. El mundo es mi oportunidad para ir a buscar a los que están perdidos y rescatarlos para ti (por tu gracia), como fui encontrado yo por ti. Seré un colaborador en tu obra. Prepárame. Yo estoy dispuesto a dejarlo todo. Sé que tú me brindarás las oportunidades. ¡Gracias, Señor! Una cosa te pido, guárdame del mal y ayúdame. Te lo ruego, Padre, en el Nombre del Señor Jesús, Tu Amado Hijo. Amén». Pastor, Ricardo Iribarren.

Para finalizar, meditemos en el Himno 499, del Himnario Bautista:

VOY AL CIELO, SOY PEREGRINO

1 - Voy al cielo, soy peregrino,
A vivir eternamente con Jesús;
Él abrió ya veraz camino,
Al expirar por nosotros en la cruz.

CORO: Voy al cielo, soy peregrino,
A vivir eternamente con Jesús.

2 - Duelo, muerte, amarga pena,
Nunca, nunca se encontrará allá;
Preciosa vida, de gozo llena,
El alma mía sin fin disfrutará.

3 - ¡Tierra santa, hermosa y pura!
Entraré en ti salvado por Jesús;
Yo gozaré siempre la ventura
Iluminado con deliciosa luz.

 

Devocional elaborado y escrito por el pastor Ricardo Iribarren

(Biblia consultada: Sagradas Escrituras (1569)  - Versículos en forma textual)

Modificado por última vez enViernes, 23 Febrero 2024 15:13

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