El Libro De La Muerte
- Escrito por Pastor Ricardo J. Iribarren
- Publicado en Devocionales /
- Leer 2577 veces /
- Imprimir /
- ¡Escribe el primer comentario!
Textos bíblicos:
Oseas 13:14: “De la mano del sepulcro los redimiré, librarélos de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh sepulcro; arrepentimiento será escondido de mis ojos”.
1 Corintios 15:26: “Y el postrer enemigo que será deshecho, será la muerte”.
Primera parte
Cualquier persona hace duelo por la muerte de algún familiar, amigo o conocido que fallece, que aprecian. Con sentido dolor y pesadumbre deben tener fuerzas. Pero esta “picadura”, es solo el principio del dolor... Cuando en las reuniones familiares, o entre amigos, se notan las ausencias de las personas estimadas que han fallecido, fluyen allí las conversaciones sobre ellas y los recuerdos: que son los ojos de los sentimientos. En sus vidas reaparecen la tristeza y las lágrimas. Asimismo, brotan en la mayoría de ellos pensamientos de incertidumbre y el temor a lo desconocido, a lo que les resulta inexplicable. Para otros, en cambio, esa etapa es un paso a la libertad definitiva del sometimiento a causa de la esclavitud del pecado en el cuerpo físico, y en el alma; dando lugar a una nueva realidad llena de esperanza y de un posible reencuentro anhelado con la verdadera felicidad, de la auténtica alegría, que durante esta vida no se conseguía disfrutar plenamente. Desde su nacimiento, el nacido de mujer, corto de días y hastiado de sinsabores, que mora en esta "casa de barro", debe alcanzar el conocimiento más importante sobre este pensamiento del autor del Salmo 90; que en el verso 12 dice: “Enséñanos de tal modo á contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría” . El nacido de mujer lucha con constancia para lograr permanecer más tiempo entre los vivientes. Mas dice Eclesiastés 8:12-13: “Bien que el pecador haga mal cien veces, y le sea dilatado el castigo, con todo yo también sé que los que á Dios temen tendrán bien, los que temieren ante su presencia; Y que el impío no tendrá bien, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no temió delante de la presencia de Dios”. ¡Qué sabias palabras dichas por el Predicador!... que el temor de los santos hacia Dios trae buena recompensa, mas la aflicción por el pecado no les permite ver el final de sus días al impío; “Porque los que viven saben que han de morir: mas los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor, y su odio y su envidia, feneció ya: ni tiene ya más parte en el siglo, en todo lo que se hace debajo del sol” - Eclesiastés 9: 5-6. Sí, “Ciertamente con tus ojos mirarás, Y verás la recompensa de los impíos” - Salmo 91:8. Esa “recompensa” les será dada, por cuanto no desearon tener en cuenta a Dios y su caridad para beneficio propio. “Porque su esperanza será cortada, Y su confianza es casa de araña”, juzgó Bildad (uno de los tres compañeros de Job) en Job 8:14.
La muerte hace su trabajo. El pecado mata el cuerpo y el alma, tanto del impío como del pio. La diferencia entre el impío y el pío estriba en la sabia decisión de este último de acercarse a Dios y aceptar su ofrecimiento de redención. ¡Esto hace la gran diferencia entre uno y otro!... “En el día que juzgará el Señor lo encubierto de los hombres, conforme á mi evangelio, por Jesucristo” - Romanos 2:16. ¡Pues esto es así! Dios no hace acepción de personas: tanto al judío como al gentil que se acerca a él (Romanos 2:10-11), en la edad que fuere, Dios le recibe y salva su alma (perdona su pecado) por medio de la muerte expiatoria de Su amado hijo CristoJesús; quien ofrendó su vida en una cruz, derramando Su sangre preciosa para limpiar la suciedad del pecado alojada en el alma de todo ser humano pecador (todos somos pecadores), sea hombre o mujer (Romanos 10:9-10) y sin distinción social… Sea príncipe o sea un mendigo; sea rico o sea pobre; sea religioso o no; sea ilustre o ignorante… la oportunidad es para todos igual. El amor de Dios es incomprensible para nuestro entendimiento, porque él quiere que NADIE fenezca (muerte física) sin su perdón y redención completa.
La tan temida muerte es la puerta para hallar la eternidad. No todos lo comprenden así. La muerte no es ciertamente una cosa mala, aborrecible. El hombre busca la eternidad de muchas maneras diferentes, por diversos caminos; lo hace de todas las formas posibles, queriendo a su vez esquivar el remordimiento del fracaso; buscando asimismo no tener que desprenderse de su orgullo... La idea de la inmortalidad de la vida sin Dios lo arrojó en los brazos del desvarío, teniendo que reconocer su fracaso. Sus fantasías lo llevaron a negar la existencia de Dios. ¡Mas ellas se van desmoronando como las paredes de un edificio sin columnas ni cimientos!... Y este queda engañado por sus filosofías que solo tienen respuestas imaginarias. Queda mudo de asombro. Perplejo, no atina a desarrollar ningún recurso, porque no lo halla. “Porque manifiesta es la ira de Dios del cielo contra toda impiedad é injusticia de los hombres, que detienen la verdad con injusticia…” - Romanos 1:18; “Mas el justo vivirá por la fe” - Romanos 1:17.
Solo Cristo es quien posee la llave para abrir la cerradura de la puerta de la desdicha en la que está encerrado el hombre; y solo Él puede ofrecerle esperanza.
El aguijón, al cual se refirió Pablo, es el dolor. Él (Pablo) sabe que la tristeza es solo tristeza (Filipenses 2:27). Él está declarando algo mucho peor que la tragedia de la muerte física: ¡la condenación cuyo su fruto es la muerte eterna… la separación definitiva de Dios!
¡Cuántos conceptos esclarecedores muestran las Escrituras sobre él “aguijón de la muerte”!... “Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y la potencia del pecado, la ley” - 1 Corintios 15:56. Romanos 6:23 dice: “Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. En cuanto a la muerte física del hombre o la mujer no salvos: cuando apenas muere uno, comienza a descubrir -en el infierno- lo que es en realidad la muerte espiritual… Un lugar que tiene solo pasaje de ida, y sin esperanza por la eternidad… Un lugar a donde está destinado indefectiblemente… Un lugar que aterroriza, y donde le espera la muerte segunda. Sus amigos o parientes vivos suponen que está en algún lugar intermedio que la fantasía humana creó: pagando por los supuestos infortunios hacia una purificación lograda a través de rezos, obras meritorias y dinero que otros vivos le cobran. Ahora bien, De acuerdo a este contexto, ¿Dios se apiadará de ese hombre o de esa mujer, y de esa manera, resuelto el problema y... vía libre al paraíso? La triste realidad es que no existen ni el purgatorio, ni el limbo, ni la reencarnación, ni fantasmas benitos, ni vagabundos espirituales, ni duendes, ni nada hacia donde el folklore de la religiosa imaginación lo lleve… “POR lo cual eres inexcusable, oh hombre ( y mujer)... Mas por tu dureza, y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la manifestación del justo juicio de Dios; El cual pagará á cada uno conforme á sus obras…” - Romanos 2:1a,5-6.
Como todos los salvos, Pablo habría preferido no morir físicamente y separarse (“Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo, gemimos agravados; porque no quisiéramos ser desnudados; sino sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida" - 2 Corintios 5:4). Pero él sabía que lo haría (“Porque yo ya estoy para ser ofrecido, y el tiempo de mi partida está cercano” - Timoteo 4:6).
Pablo pasó su vida tratando de salvar a la gente de la muerte espiritual, y le costó su vida.
La principal preocupación del Apóstol para con los gentiles era “enojo é ira” - (Romanos 2:8), es decir, lo que las personas experimentarían cuando se presentasen ante el tribunal de Cristo ("Mas tú ¿por qué juzgas á tu hermano? ó tú también, ¿por qué menosprecias á tu hermano? porque todos hemos de estar ante el tribunal de Cristo” - Romanos 14:10), porque estas todavía están viviendo en sus delitos y pecados.
Fin de la primera parte… Continuará
Devocional elaborado y escrito por el pastor Ricardo Iribarrhen
(Biblia consultada: Reina Valera 1909 - Versículos en forma textual)