¿ESTÁ REBOZANDO MI COPA DE JESUCRISTO… O DE QUIÉN, O DE QUÉ?
- Escrito por Pastor Ricardo J. Iribarren
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A todos nosotros — a todos aquellos que somos creyentes en la bienaventurada amistad ofrecida por el Salvador Jesucristo —
el Señor nos dice también, como les fue manifestado asimismo a sus discípulos y a los continuadores de este requerimiento, lo siguiente: "Vosotros sois mis amigos, si hiciereis las cosas que yo os mando..." (Juan 15.14). Esto es: hacer lo que nos mandó que hiciésemos, a saber, obedecerle a Él. Entonces, si le obedecemos sin cuestionamiento alguno en nuestra vida, nos acompaña el gozo que está expresado: "Tesoro codiciable y aceite hay en la casa del sabio… "(Proverbios 21.20), en base a manifestaciones tales como: alegría, alivio, deleite, dicha, regocijo. Cada una de ellas lleva mucho fruto; los cuales son aspectos que se ponen en evidencia, tales como: justicia, paz, restauración, reparación (repase Isaías 58.13-14; Jeremías 51.10). Todo ello nos da el reflejo interiormente, en nuestro espíritu, lo cual es luego manifestado exteriormente, mediante buenas obras, en la vida de aquel que ama al Señor (véase Romanos 6.22; 12.12). Entonces podremos decir: "… mi copa está rebosando…" (Salmo 23.5b) ¡¡Aleluya!!
A) Sin embargo, algunas copas no rebosan. ¿Saben por qué? Sencillamente porque no son llenadas: porque éstas se dirigen a la fuente equivocada [fuente puede ser, según se aprecie de comprender, también un manantial, una cisterna, un aljibe. Otros lo asocian a Cáliz, a Copa, a Vaso]. El término aquí, en el Salmo 23:5b, es Copa que rebosa. Es Copa que alguien llenó y reboza. Rebozar, de hecho, se trata del excesivo líquido que se derrama sobre los bordes, vertiéndose hacia fuera; y que, deslizándose, va cubriendo una amplia parte de la copa. "Venid, hijos, oídme: El temor de Dios os enseñaré" - Salmo 34.11… "El de corazón contento tiene un banquete continuo" - Proverbios 15.15b. Así también encontramos en Hebreos 13.5: "Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: no te dejaré, ni te desamparare".
El salmista tiene en cuenta la figura de que en Israel a las ovejas se les vierte sobre la cabeza aceite fresco, a manera de ungüento. Protegiendo y beneficiando a su vez al animal, por medio de este ungüento echado sobre su cabeza, de los implacables insectos que le atacan su cara. ¡Así le cuidan! ¡Qué bendición de cuidado!
B) Un cristiano debe rechazar toda intención de llenar su copa con bendiciones "extrañas" ["¿Por qué adornas tu camino para hallar amor…?"- Jeremías 2.33a].
Hay manantiales cuyas fuentes están contaminadas. Proverbios 25:26 dice que: "… Como fuente turbia y manantial corrompido, es el justo que se inclina delante del impío". Vemos que sus aguas ponen en peligro a quien quiera tener contacto con estas fuentes. En el Río de la Plata, en las costas argentinas bonaerenses, especialmente donde las aguas bordean Gran Buenos Aires y Capital Federal, se ven frecuentemente carteles de advertencia haciendo notar del peligro de bañarse, pescar o aun de beber de esas aguas, debido a la gran cantidad de contaminación química que contienen. Hay muchas personas que pasan por alto las advertencias y se arriesgan con sus aguas sin tener en cuenta las consecuencias que se pueden acarrear por las toxicidades.
C) Ciertamente hay cosas que difícilmente permitirán que una Copa rebose espléndidamente. (Tomen nota, por favor, y no se distraigan):
1. Las riquezas
2. El placer
3. La fama - la altivez de ojos, el orgullo de corazón, la soberbia y la arrogancia. Este mal camino, camino de maldad, nos lleva a reflexionar en el punto B.
¡Qué sabiduría del autor del libro de los Proverbios!. Cuando dice:
"Antes del quebrantamiento es la soberbia; Y antes de la caída la altivez de espíritu". (Proverbios 16:18)
"Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra: Mas con los humildes es la sabiduría". (Proverbios 11:2)
D) Porque los propietarios de esas copas sufren el padecimiento enfermizo del descontento. Nunca quedan llenos, plenos. Y si aun con éxito lograran alcanzar ser ciertamente satisfechos, éstos ansían la oportunidad de practicar la doctrina del revés — dicho de otra manera: volvieron atrás (reflexionemos en 1 Reyes 11.22).
Un creyente descontento (su Copa que no reboza) puede provocar malestares a otros creyentes, y aun sin importarle los dolores o tristezas que cause en ellos. Éste se condena a sí mismo a la peor de las pobrezas: ¿Cuál es? La peor que se pueda experimentar: la del espíritu insatisfecho [2 Tesalonicenses 2.15 debe ser tenido muy en cuenta: "Así que, hermanos, estad firmes… "]. No da ello motivos para caminar hacia la intransigencia, careciendo de razones, hablando argumentos vanos [Job 32.11] y engañando su corazón en secreto. "Vosotros que os alegráis en nada" [Amós 6.13a]. Buscando palabras van rompiendo el equilibrio de las bendiciones de Dios. "Ay, de los reposados en Sión, y de los confiados…” [Amós 6.1]. Esto les lleva a la esterilidad espiritual, emocional y psíquica. "¡Ay de mí! porque estoy como cuando han recogido los frutos del verano, como cuando han rebuscado en la vendimia, y no queda racimo para comer; mi alma deseó los primeros frutos" [Miqueas 7.1].
E) Así como cuando recurrimos a nuestro médico de confianza para ser examinados y detectar -por medio de su diagnóstico fidedigno y pruebas- cierta dolencia que nos aqueja y poder comenzar su tratamiento, pues lo contrario ocurre con aquellos a quienes su Copa no está rebozando: lo cual es debido sencillamente a su falta de Fe y de confianza. Oseas 12.1 dice: "Efraín es apacentado del viento, y sigue al solano; mentira y destrucción aumentan continuamente; porque hicieron alianza con los asirios, y el aceite se lleva a Egipto".
1. Mucho de lo que recibimos en bendiciones viene por fe. Eso significa que le creemos a Dios y Su palabra. No ponemos nada en duda.
En Oseas 12.6 leemos: "Tú, pues, vuélvete a tu Dios, guarda misericordia y juicio, y en tu Dios confía siempre".
2. Creyente sin fe sería raro que rebose de las bendiciones de Dios. Pues tienen rasgos de comportamiento semejantes a aquellos sacerdotes negligentes en el servicio a Dios.
Leamos en 2 Reyes 12.7b: "… ¿Por qué no reparáis las grietas del templo?…"
La incredulidad hace estragos rápidamente.
Cuando la copa no rebosa temor hacia Dios y Su palabra, la apostasía se halla en ejercicio. (Ver Apostasía) La maldad está a las puertas. Así sucedió con aquellos príncipes de Judá que… "(Y) desampararon la Casa del SEÑOR Dios de sus padres, y sirvieron a los bosques y a las imágenes esculpidas; y la ira vino sobre Judá y Jerusalén por este su pecado" [2 Crónicas 24.18]. En este tiempo de gracia también nos dice la Palabra de Dios: "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, (el cual está) en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?" [1 Corintios 6.19]. Y que "No traspases (traspasemos) el lindero antiguo…" [Proverbios 23.10a].
F) Algunas Copas Sí están rebosando. Salmo 116.13: "Tomaré la copa de la salvación, e invocaré el nombre de Jehová".
a. Porque al tener a Jesucristo lo tenemos todo.
a1. Entre la tierra y el cielo no hay nada que podamos desear, porque Dios ya lo ha provisto todo. Tomamos todo de la plenitud de Cristo. Reflexione esto en Miqueas 7.18-19. "¿Qué Dios como tú, que perdonas la maldad, y olvidas el pecado del resto de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque es amador de misericordia.
El tornará, él tendrá misericordia de nosotros; él sujetará nuestras iniquidades, y echará en los profundos de la mar todos nuestros pecados".
a2. En Romanos 8.32, Pablo nos explica perfectamente: "El que no escatimó ni a su propio hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?"
G) El amor de Dios: riquezas de la gracia de Él.
a. Las bendiciones de Dios son como esperados regalos hermosamente envueltos. Los “esperados” son aquellos que tienen que ver con un cumpleaños, un aniversario de bodas, o el término feliz de un estudio universitario. ¡Qué lindo es recibir regalos de parte de Dios - por ejemplo, buenas noticias! (dentro de los esperados, claro está, también llegan los inesperados: enfermedad, quebranto económico, partida de un ser querido: familiar o amigo, etc. Aunque todas estas cosas están regidas por la voluntad de Dios — leemos en Deuteronomio 32.39: "Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo; yo hago morir, y yo hago vivir; yo hiero, y yo curo; y no hay quien pueda librar de mi mano". La última palabra y acción la tiene Dios).
Las buenas noticias de Él son comparables a riquezas espirituales. Son perdurables de gozo. La bendición de Dios es la fuente donde cuyas aguas son oro líquido que enriquecen; y por ende no añaden éstas frustración o engaño [Proverbios 10.22].
H) Porque Dios, que es infinito en amor, bondad, justicia y misericordia, es nuestro; y nosotros de Él (reflexione en Deuteronomio 31.6: "Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos: que Jehová tu Dios es el que va contigo: no te dejará ni te desamparará").
I) Debido a que nos ha prometido bendiciones abundantes. Los dioses falsos -inventados por la imaginación caída del hombre- jamás han producido bien o bienes a sus invocadores; aunque sabemos por las Escrituras que los evocadores de espíritus saben de la presencia real de los mismos, a saber, de los espíritus caídos. Los demonios no tienen la capacidad ni han recibido autoridad para traer alegría, gozo y paz a nadie. Éstos no pueden. Fueron despojados de ello porque se rebelaron contra Dios y lo odian. Su accionar se manifiesta en terror, violencia leemos en Hechos 19.15-16. "Y respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco y sé quién es Pablo: mas vosotros ¿quiénes sois?
Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando en ellos, y enseñoreándose de ellos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos". Éstos prometen cosas buenas a sus seguidores, pero les mienten, porque son mentirosos; son malignos y asesinos; y es por eso que hay tantas personas –siguiéndoles- que viven una felicidad pasajera, que las lleva inexorablemente a un estado de tristeza. Se hallan llenas de pesar y congoja. Se hallan con frustraciones y atormentadas. Reflexione en Hechos 16.16-19 que dice: "Y aconteció, que yendo nosotros á la oración, una muchacha que tenía espíritu pitónico, nos salió al encuentro, la cual daba grande ganancia á sus amos adivinando.
Esta, siguiendo á Pablo y á nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Alto, los cuales os anuncian el camino de salud.
Y esto hacía por muchos días; mas desagradando á Pablo, se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en la misma hora.
Y viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron á Pablo y á Silas, y los trajeron al foro, al magistrado;". Los espíritus malignos no abren nunca las puertas de las celdas (en sus religiones - fabricantes de falsa esperanzas) a aquellos que tienen prisioneros. Sus cautivos jamás logran la libertad por sus propios esfuerzos.
Sin embargo, existe una salida de liberación: Sólo Jesucristo puede darles libertad. ¡Acude, tú, ya, si es tu caso!
J) Si Su Copa Está Rebosando…
a. Deténgase a adorar a Dios. Es el verdadero. Todo lo que dijo y prometió se cumple. Es una realidad que la auténtica felicidad reside en seguirle a Él. Él hace que nuestras copas rebosen. Él da libertad a los cautivos de cualquier condición espiritual en que se encuentren. Recurra a Él. Jesucristo es amor y libertad. ¡Gloria a Dios! ¡Aleluya!
a1. Ore para que la abundancia de su copa no se agote nunca. Pídale cada día más y más.
a2. Pedir de esta manera no es problema, sí usamos sabiamente la provisión de abundancia. "Mas á media noche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos á Dios: y los que estaban presos los oían". (Hechos 16.25)
a3. Hay demasiada miseria aún en el más amplio y generoso de los corazones humanos. "Por tanto, velad, acordándoos que por tres años de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas á cada uno". (Hechos 20.31) ; "La ciencia del cuerdo es entender su camino: Mas la indiscreción de los necios es engaño". (Proverbios 14.8)
K) Mantenga La Copa Donde Está:
a. No la quite o saque de debajo de la fuente [Juan 4.24].
a1. No se atribuya a sí mismo lo que solo le viene por medio de las bendiciones divinas ["Y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza" - Deuteronomio 8.17].
a2. La prosperidad ha echado a perder a más gente que la misma pobreza (no trae beneficio alguno en tiempo de prueba), pues aumenta la ansiedad, el afán…
b. Asegúrese de que otras personas participen de su abundancia.
b1. Si Dios nos llena nuestra copa y está rebosando, nos beneficiaremos, y esas bendiciones alcanzaran a otros (nótese Santiago 2.15).
b2. La biblia nos enseña que retener las bendiciones que no queremos compartir es empobrecerse; mas esparcirlas, es incrementar beneficios [Salmo 39.6].
L) Concentrémonos en la plenitud de Aquel que llena nuestras copas. Como Pablo lo expresó en Efesios 3.8: "A mí, digo, el más pequeño de todos los santos, es dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el Evangelio de las inescrutables riquezas del Cristo".
Bien, entonces llegamos a una conclusión:
¿Podemos cantar "Mi copa está rebosando”? Si alguien no puede, entonces hay algo que anda mal.
¿Anda buscando en fuentes sin agua, en cisternas rotas? ¿Creyó encontrar un manantial y éste está seco - así como Elías encontró el arroyo de Cherith? [1 Reyes 17.3-7].
Hay que mantener la Copa Limpia -título de otro mensaje-, llenándola de las bendiciones divinas en forma constante.
Amigo, amiga, si deseas tomar la decisión de que tu Copa esté rebozando, ven ahora a Cristo y ríndete a sus pies. Ora conmigo: «Padre celestial, gracias por permitirme oír tu palabra. Ella alumbra mi alma y me deja ver que mi copa está vacía, por descuido, por falta de diligencia, por egoísmo. ¿Quieres llenar mi copa nuevamente, Señor Jesús? Necesito esos ríos de vida eterna corriendo en mí ser. Llena mi alma de alegría. Pon en mis ojos lágrimas de arrepentimiento, y mi boca se llenará de alabanza y de risa. ¡Gloria a tu nombre, Señor Jesús! Amén.»
Pastor, Ricardo Iribarren.
Mensaje predicado el 19 enero de 1997 en la ICBM de Morón, por el pastor.