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El Hombre Feliz

Lectura bíblica: Proverbios 8:10 “Recibid mi enseñanza, y no plata; Y ciencia antes que el oro escogido.

Texto de consulta: ver (1) Éxodo 20: 1-17


Para lograr la felicidad o llegar a ser feliz muchas personas poseen diferentes recursos para lograrlo.
El ser feliz es la meta de todo ser humano. Se evidencia que al menos los intentos para lograr la tan ansiada felicidad ha llevado al hombre a límites insospechados.


    El querer y poder ser feliz define la posición desde que nacemos; sin embargo, los conflictos de la vida personal, los intentos de superarlos, se basan en el esfuerzo propio. Pero la falta de auténtico estímulo para superar una vida vacía, que nos lleva por el filo del precipicio de la frustración, son suplidos por los éxitos personales, los cuales proveen ciertamente buena satisfacción al ser humano. Sea el área que se trate, fuere la carrera, disciplina u oficio que se haya elegido, la satisfacción radica en recibir al final del ciclo el tan anhelado certificado (diploma) que acredita dicho esfuerzo y encomio. En el seno esencialmente espiritual, encontramos pastores, maestros que interpretan la Biblia, consejeros espirituales, etc. En el aspecto estrictamente intelectual: médicos, abogados, ingenieros, maestros, etc. Otros buscan en el arte la satisfacción de su vocación: artistas, músicos, escultores o pintores, diseñadores, etc. Otros logran el éxito en los deportes… en el comercio… en diversas capacidades. Sin embargo, los esfuerzos por los logros personales (que no están mal, en tanto le demos su justo lugar y preeminencia), los esfuerzos por tratar de llenar de conocimiento y sabiduría terrena-intelectual la mente, nos hacen dejar de lado, olvidar, lo que es más importante: el principio de la sabiduría. Leemos: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová: Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.” (Proverbios 1:7). “El principio de la sabiduría”, lo cual depara otro concepto etimológico de la sabiduría que favorece: el temor a Dios.
En Proverbios 8: 11ª dice “Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; Y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ella.
Esta comparación es interesante, ya que el fin de casi toda actividad humana reside en el afán por tener siempre más. La felicidad no consiste en las riquezas, ni en los bienes tangibles, ni en el dinero; todo lo contrario. Aquellos que corren en su afán tras de ello, se ha comprobado que su felicidad “material” es su manera de  vivir habitual. Se vuelven avaros, miserables, inmisericordes, crueles, malos; tienen solo apariencia de piedad, o mejor dicho, apariencia de felicidad (pues son arrogantes y soberbios). Dijo el sabio en el versículo 11, respecto de la sabiduría, que todo lo que se puede desear no es comparable con ella. Volvamos a leer: “Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas…” La mejor sabiduría es lo que la Biblia dice: el temor de Jehová es aborrecer el mal. El hombre que busca ser feliz buscará el buen consejo y el buen juicio; y quien esto halle descubrirá la verdadera inteligencia (sabiduría de Dios) y el poder de Dios para comprender aquellas riquezas duraderas (amor, fe, esperanza [“Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”. — Efesios 1:17-18]) que Él nos ofrece. De esta manera, hallará en el Salvador gloria honra. Es importante que al saber le agreguemos la prudencia y el temor de Dios. Estos fundamentos nos ayudan a alcanzar las cosas que anhelamos.
Curso de acción: Querido/a amigo/a, es mi deseo que tú alcances la felicidad plena sin demasiado esfuerzo intelectual. Solo mira alrededor tuyo: las flores de tu jardín… los árboles en las veredas, en las plazas, en el campo… las aves volar en libertad y cantando… y aun esos pequeños insectos llamados hormigas, quienes laboriosamente preparan sus nidos y su comida para el invierno. Y si aún te “pica” la curiosidad, sigue mirando y hallarás más cosas tan interesantes como estas cerca de ti… tanto como lo está Dios.
Oramos:

«Señor, me acerco a ti… ¿Sabes por qué?... porque me di cuenta de que tú tienes la respuesta a todo para que yo sea feliz plenamente. ¡Hay vida en el Señor Jesús!... Y esa vida la quiero para mí. Es lo que hoy prevalece en mí, Señor, más allá de las satisfacciones humanas; sin desmerecer lo que tú nos diste: familia, amigos, éxitos, y aun fracasos (“Y sabemos que á los que á Dios aman, todas las cosas les ayudan á bien, es á saber, á los que conforme al propósito son llamados”. (Romanos 8:28). Tú exiges una condición, y estoy dispuesto a aceptarla: rendirme a ti…

Todo a Cristo yo me rindo
Con el fin de serle fiel;
Para siempre quiero amarle,
Y agradarle solo a Él.

CORO: Yo me rindo a Él,
Yo me rindo a Él,
Todo a Cristo yo me entrego,
Quiero serle fiel.

Todo a Cristo yo me rindo,
Y a sus pies postrado estoy,
Los placeres he dejado,
Y le sigo desde hoy.


Todo a Cristo yo me rindo,
Sí, de todo corazón;
Yo le entrego alma y cuerpo,
Busco hoy su santa unción.


Todo a Cristo yo me rindo,
Siento el fuego de su amor,
¡Oh, que gozo hay en mi alma!
¡Gloria, gloria a mi Señor!

Te agradezco por haberme escuchado, rogándote, Señor, que nunca se aparten de mí estas alertas que has puesto en mí, y ante mí. En el nombre del Señor Jesús. Amén.» Pastor Ricardo Iribarren.

 

(1) Éxodo 20:1-17

Los Diez Mandamientos
(Dt. 5.1-21)

1  Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:

2 Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.

3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.

4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

7 No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.

8 Acuérdate del día de reposo[a] para santificarlo.

9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;

10 mas el séptimo día es reposo[b] para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.

11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo[c] y lo santificó.

12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.

13 No matarás.

14 No cometerás adulterio.

15 No hurtarás.

16 No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.

17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.



(Biblia consultada: RVR – Reina Valera 1909  - Versículos en forma textual)

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