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La Complacencia De Dios

La Creación de Dios, es decir, en su actividad como único creador (o criador RV1909).

Al leer las Escrituras me atrapa la curiosidad de conocer sobre su actividad; y una de ellas es el acto de la complacencia: su obrar con complacencia, complacido. Es parte de su naturaleza divina tenerla; la posee, la ejerce. ¡Es tan fascinante observar cómo él mantiene su Creación en actividad constante, añadiendo a ella todo en cuanto a diseño y trazo! Se dice en Isaías 40.22a, que “Él está asentado sobre el globo de la tierra…”

Su complacencia tiene un sinónimo que nos permite comprender mejor el sentido de esa palabra, y es: contentamiento. Se la encuentra en el Libro del profeta Malaquías 1.10… A manera de disgusto, Dios dio su airada queja contra quienes lo menospreciaban: “¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas ó alumbre mi altar de balde? Yo no recibo contentamiento (RV1909 - complacencia RV 1960) en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano me será agradable el presente”.

Esta palabra también se halla escrita en el Nuevo testamento, en los Santos Evangelios de Mateo 3.17 “Y he aquí una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado (Jesús), en el cual tengo contentamiento (complacencia)”; en Marcos 1.11 “Y hubo una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado (Jesús); en ti tomo contentamiento (complacencia)”; Lucas 3.22 “Y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y fué hecha una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado (Jesús), en ti me he complacido (tuve complacencia)”. Y también atestigua Pedro, el cual indagó acerca de estas cosas, tomando conocimiento del hecho de que cuando Juan bautizaba, llamando al arrepentimiento a los judíos en el río Jordán, en el desierto de Judea, fue a él Jesús para que lo bautizara. En su 2 Epístola, en 1.17, Pedro escribió: “Porque él había recibido de Dios Padre honra y gloria, cuando una tal voz fué á él enviada de la magnífica gloria: Este es el amado Hijo mío, en el cual yo me he agradado (complacido)”.

Podemos comprobar que las cosas importantes que son atributos de su exclusividad (eliminando o cerrando el camino a cualquier intrusión angélica o humana) le pertenecen a Él. En lo concerniente a que afecte o atente contra Sus designios y propósitos, se ejecuta separación inmediata.

Naturalmente, complacencia tiene su sinónimo inmediato, que es contentamiento. Dice en el Salmo 149.4: “Porque Jehová toma contentamiento con su pueblo: Hermoseará á los humildes con salud(la raíz hebrea también permite que se interprete como: se agrada o se deleita); Proverbios 11.20 “Abominación son á Jehová los perversos de corazón: Mas los perfectos de camino le son agradables”. Y 16.7 “Cuando los caminos del hombre son agradables á Jehová, Aun á sus enemigos pacificará con él”.

En Job 22.26 encontramos un texto fascinante “Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente, Y alzarás á Dios tu rostro”. Por vía de concesión del Espíritu Santo nos permite apreciarlo en la presente dispensación de la gracia divina, viviéndolo. El Salmo 16.6 declara: “Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, Y es hermosa la heredad que me ha tocado”. Asimismo, en la suma de las bondades de nuestro Dios dispensadas hacia nosotros, encontramos lo que dice el Aleluya del Salmo 112.1 en sinonímico (sinónimo) con Romanos 7.22 “Aleluya. BIENAVENTURADO el hombre que teme á Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera”… Y su sinonímico en Romanos 7:22 “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios”. Ley y mandamientos son sinónimos aquí.

En Miqueas 7.18 encontramos que también Dios halla deleite en Sus compasiones: “¿Qué Dios como tú, que perdonas la maldad, y olvidas el pecado del resto de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque es amador de misericordia”. ¡Su deleite está en su misericordia! Observemos, misere = nuestras miserias, y cordia: en su corazón, Él las aplica. Es decir, sobre su corazón pone nuestras miserias.

Hay ejemplos en los Sacros Libros que de manera ilustrativa nos enseñan cómo el Señor da su tratamiento a los conceptos acerca de los términos de las expresiones gramaticales, ofreciéndonos la utilidad de los mismos, que adecuadamente califican para describir los sentimientos de nuestro Señor. En Efesios 5.9-10 dice: “(Porque el fruto del Espíritu [en complacencia] es en toda bondad, y justicia, y verdad;) Aprobando lo que es agradable al Señor”. En este caso, agradable es igual a satisfacción. Este texto en Efesios es muy interesante por la semejanza que tiene con Hebreos 13.21: “Os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable [le da satisfacción o se deleita] delante de él por Jesucristo: al cual sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”.

Casiodoro de Reina, erudito en la lengua romance y latín, traduce los escritos de Erasmo de Rotterdam. Veamos, la palabra “placeó”, del protoindoeuropeo pleck (estar de acuerdo), es un verbo del presente activo Placeo. En la revisión de 1565, en sus 110 conclusiones, Casiodoro de Reina comentó que sinónimos como “satisfacción” también deben de considerarse bajo los significados tales como: alegría, gozo, beneplácito; y los antónimos tales como “disgusto”, “insatisfacción”, la complacencia del Señor los pone a un costado cuando, en el caso de Efesios 5.9-10, dicha complacencia -o su forma sinonímica- es: satisfacción.
En cuanto a Dios, quien es el que se deleita, también puede aplicarse como que él es quien goza, disfruta.

Si tomamos el ejemplo de Miqueas 7.18 conjuntamente con Proverbios 3.15 se podrá concluir como un verbo transitivo; concretamente, causar deleite o contentamiento. Además del complemento directo suele llevar un complemento introducido ¿Qué Dios como tú, que perdonas la maldad, y olvidas el pecado del resto de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque es amador de misericordia. El complemento directo... que perdonas y... olvidas junto al complemento introducido... No retuvo.

Esos caminos deleitosos se tornan para Dios porque los lleva por sus veredas de paz: ellas (dichas veredas) son el árbol de la vida, el complemento directo de la complacencia.

El mayor placer del contentamiento de nuestro Padre Celestial fue cuando reconoció a su Hijo Unigénito frente a los hombres: declaró su complacencia, por cuanto el Señor Jesús fue obediente a todo lo asignado y escrito en el rollo del libro sobre él.
Vemos en Mateo 3.17 Y he aquí una voz de los cielos que decía (el mayor anuncio hecho en el universo y a la humanidad): Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento/complacencia/tengo satisfacción… A él oíd.

A todos nosotros, sea quienes fuéramos y en donde estemos o lo que estemos haciendo, el mensaje del Evangelio debe ser proclamado. El Padre Celestial nos dijo que debemos oír a Cristo. Él debe ser oído; no hay contentamiento en Dios cuando no hacemos nada. ¡Amigos y amigas, entiendan que malgastamos el amor y la misericordia de Dios en tonterías! No estamos oyendo a Cristo. No hay deleite en él cuando estamos ocupados quejándonos de insatisfacciones que producimos nosotros mismos por nuestras inconsistencias. Sus misericordias no llegan hasta el extremo de la tierra, porque estamos distraídos ¡vaya uno a saber en qué, pero lo estamos! Somos culpables de esto ante Dios, amigos y amigas; se nos va a pedir que rindamos cuenta de nuestra vida aquí y ahora. Vivimos retrocediendo, incapaces de afrontar con valentía y decisión las oportunidades que Dios nos da cada día. ¿A quién oyes, dime? ¿A quién escuchas?… ¡O es que acaso la Palabra no te está redarguyendo! ¿¡En dónde está guardado nuestro coraje!? ¿¡En dónde escondemos nuestra osadía!? ¿¡Cuánto hace que NO repartes un tratado cristiano o visitas la iglesia!? ¡Y no me vengan con excusas! Es mejor que la amonestación nos venga a todos y que no sean duras pruebas que nos hagan reflexionar. Ven ahora acá y… Oremos:

Padre Celestial, no te resignes por nuestra animosidad y lentitud en poner por trabajo lo que nos has mandado hacer: oír a tu Hijo amado. Somos negligentes y no hay reparos de parte nuestra que te convenza. Asumimos nuestra responsabilidad, oh Dios, pero ten misericordia de todos nosotros. Ayúdanos a no ceder a la tentación de la excusa. Se nuestro refugio, oh Roca de la eternidad. Perdona nuestro pecado. Suba nuestra oración delante de ti. Dice en el Salmo 136 que para siempre es tu misericordia y la renuevas cada mañana. Renueva en nosotros, Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien es potente Salvador nuestro. Te lo rogamos en su Nombre. Amén.

 

Mensaje elaborado y escrito por el pastor Ricardo Iribarren

(Biblia consultada: Reina Valera (1909) - Versículos en forma textual)

(Revisión literaria y diseño gráfico mensaje: Miguel Ángel Vreska: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.)

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