El Afán y La Ansiedad
- Escrito por Pastor, Ricardo J. Iribarren
- Publicado en Devocionales /
- Leer 9482 veces /
- Imprimir /
- ¡Escribe el primer comentario!
Mensaje sobre El Afán y La Ansiedad
Textos de consulta Mateo 6.25 y 13.22
Este mensaje ofrecido hace unos días en nuestra iglesia deseo tratar aquí hoy; por eso lo he escrito. Trata sobre el Afán y la Ansiedad. Un tema de todo tiempo, en cuanto a cómo ser libres de estos sentimientos que podríamos considerarlos: herramientas de tortura y esclavización de parte nuestra, en la que en muchas ocasiones Satanás saca provecho de esas situaciones "Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios"
- Santiago 4.4 (Ver mensaje: La Melancolía y El Antídoto De Dios). Todo toma forma desde un comienzo. Veamos, el afán por querer esto o aquello albergará su trastorno que lo provoca: la Ansiedad. Esta es la causa de generar síntomas de enfermedad — tanto mentales como físicos, o ambas a la vez. Y de persistir en ello, desencadena rebeldía, intemperancia, gusto por el placer mundano, codicia, etc. — Dice Lucas 12.29 y 21.34 "Vosotros, pues, no procuréis qué hayáis de comer, ó qué hayáis de beber: ni estéis en ansiosa perplejidad… Y mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día" (vemos 1 Corintios 7.32 "Quisiera pues, que estéis sin congoja…"). Esclavitud Espiritual… ¡¡una auténtica insensatez!!
1) Estemos a la mira del desafío que hoy tenemos por delante todos los cristianos respecto de lo que aconseja el Apóstol Pablo en Filipenses 4.6 "Por nada estés afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego y ruegos, con acción de gracias".
Intentando hacer frente a las necesidades, en cuanto a lo que dice Filipenses 4.6, veamos algunos ejemplos:
El tema del clima hoy es muy preocupante, puesto que los cambios provocados adrede por intervención humana arrastran el gran temor por la contaminación ambiental, la escasez de agua y de conseguir alimentos generados de manera orgánica; como así también el de satisfacer mejores estilos de vida. Por eso observamos que las personas, familias, que poseen recursos económicos están abandonando las grandes conglomeraciones urbanas, con el propósito de vivir sin ruidos, aglomeraciones humanas, contaminaciones, caos y molestias diversas; y solamente acudir a estas por obligaciones: trabajo, estudio o atenciones de su salud. Sin embargo, las afectaciones por la ansiedad las hace vulnerables a cualquier intento de cambio: cualquier intento de superarlos, sencillamente las destruye.
Asimismo, aquellas personas que no saben o no disponen de consejería espiritual adecuada respecto de cómo manejar la Ansiedad, también las hace vulnerables. En Eclesiastés 1.13 dice: "Y dí mi corazón á inquirir y buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo: este penoso trabajo dió Dios á los hijos de los hombres, en que se ocupen." Sobre todo, las situaciones de convivencia dispares que deben enfrentar estas personas en una sociedad multifacética —la cual sociedad también lucha en cuanto a cómo manejar el stress y sus consecuencias, o tratando de combatirlo con los recursos que cada quien dispone— son extremadamente arduas de sobrellevar o resolver, ya que no disponen dichas personas de conocimiento de La Biblia ["Ciertamente como una sombra es el hombre. Ciertamente en vano se afana; Amontona riquezas, y no sabe quien las recogerá." Salmo 39.6]. No tienen estas personas los recursos que de ella (la Biblia) el cristiano sí tiene y conoce (si bien hay veces que no se pueden conseguir resultados favorables, y se debe acudir a la especialidad médica). El cristiano que cultiva el estudio la Biblia sabe cómo adquirir ayuda y sostén en ella.
La situación en nuestra esfera cristiana, de hecho, nos permite sobrellevar estos infortunios de otra forma, siendo que contamos con recursos a los que podemos echar mano en la Palabra de Dios. Aunque también entre los diversos grupos hay quienes deben lidiar con la apostasía: pues sus esperanzas se hallan expuestas por cuanto no tienen el interés real de examinar estos recursos a la luz de Palabra de Dios. Por lo tanto, éstos son atrapados en los errores de un evangelio especulativo, frío y calculador; aumentado más las emociones en las que NO rebosan sus copas del Espíritu de Dios (Ver mensaje: ¿Está Rebozando Mi Copa De Jesucristo… o De Quién, o De Qué?). Unos y otros vivimos en un mundo compartiendo sus crisis y viviendo en medio de ellas. No debemos los cristianos apegarnos a las costumbres del mundo o codiciarlas, porque pueden más que nuestra voluntad. De este modo terminaremos siendo dominados por el mundo y sus costumbres.
A muchos creyentes no les agrada admitir que se afanan y se preocupan por aquellas cosas que desean: un auto nuevo (siendo que tienen ya uno muy bueno y en excelente estado), una vivienda más grande (ostentosa, opulenta), viajes de lujos, mejorar los ingresos aun a costa de su tranquilidad; y sobre todo, en lo relacionado a temas familiares, por los desacuerdos que entre ellos tienen: porque estos quejosos (pesimistas, descontentos) no saben cómo manejar la ansiedad (ver mensaje La Queja), la cual puede presentar malestares físicos y afectar asimismo su vida espiritual. Jesucristo enseño sobre el afán y la ansiedad, que son preocupaciones que distraen a los creyentes en su andar Cristiano. Leemos en Lucas 12.23 "La vida más es que la comida, y el cuerpo que el vestido." ¡Qué gran verdad! Verdad que a muchos les es de tropiezo.
La palabra griega de la cual se traduce "afanarse" significa literalmente: hacerse pedazos, o despedazarse.
Por eso el afán y la ansiedad son peligrosos. Cuando vienen a la consulta los creyentes, más o menos me declaran estos síntomas que les sobrevienen: sufro de ahogos repentinos… No puedo descansar ni dormir bien… Todo me causa irritabilidad… Soy muy repetitivo con los problemas que me aquejan y ya nadie quiere compartir conmigo… No puedo desprenderme de tal aflicción… Me siento como estrangulado, semejante a una soga al cuello… No doy más. ¡Ayuda, por favor; estoy arrinconado, no sé qué hacer! ¿Qué hago?... y etc., etc., etc…. Más o menos lo mismo. Es que casi todas esas personas están caminando sobre el filo de la navaja y deben asumir su responsabilidad de buscar ayuda en Dios y su Palabra; desprenderse del pecado que sufragó. Porque si no lo hacen, y viven quejándose todo el tiempo, esas personas seguirán sufriendo. Llegarán al borde del colapso sin remedio. Como dije, la ayuda puede prevenir cualquier contingencia que se presente, aun si se han desarrollado problemas; y es el conflictuado, o conflictuada, la única persona que puede controlar su afán y su ansiedad. Si se diera este caso en un cristiano, o cristiana, ciertamente, con el acompañamiento de otros creyentes que le brinden ánimo y estímulo, a fin de superarse, lo logrará. Permítame decirle que Usted y yo debemos determinar que no haremos concesiones a que ciertas cosas dominen nuestra vida. ¡Seamos libres! Buscar ayuda en el Señor Jesús es lo más recomendable. Él es nuestro modelo de inspiración.
Pasemos al punto 2 para sacar agua del río de la sabiduría que nos sea provechoso.
2) Las Consecuencias; tratándoselas: Los insto ahora, hermanos y hermanas, con Santiago 2:5 “Hermanos míos amados, oid…”
Como hemos leído anteriormente, la Biblia nos pone en aviso respecto de los peligros que acarrea el afán en nuestro andar como Cristianos. Estos peligros estiman: absorciones (que pueden ser descuidos que afecten la salud mental, emocional, física, espiritual…), ansiedad, arrogancia, fatiga, incertidumbre, infructuosidad, mundanalidad, limitaciones, opresión, preocupaciones, insatisfacción. Entre otras aflicciones, estas son las más comunes. Estas calamidades vienen por el exceso de ansiar tener sí o sí aquello que se desea. Porque sus ojos ven y es así que quieren tener más y más, hasta que sucumben (hubo un caso, lamentablemente, en nuestra congregación: la persona terminó quitándose la vida). Leemos la cita en Santiago 3.8 “Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado; llena de veneno mortal”… Ante esto, la gran mayoría no sabe cómo encontrarle la vuelta a sus asuntos. ¡Recapaciten! Porque de lo contrario, esto puede que los lleve a enfermar, y la melancolía los atormentará. Quienes viven quejándose de esto o aquello, porque no hallan satisfacción, la ansiedad los atormenta. Es casi permanente y afligen a quienes estén cercanos. Y lo peor de todo, es que no desean mejorarse; colocando como armadura: excusas y objeciones. ¿Por qué esto así? Sucede que sacan provecho de ello. Son auténticos egoístas y no quieren cambiar. Se acostumbraron a vivir así. Se dicen así mismos cristianos, pero mienten: viven murmurando los unos de los otros. Se han vuelto jueces aplicando la ley de Dios a su solo favor: de la cual ley son solo oidores, pero no hacedores. No cumplen en nada la ley (Santiago 3:11-12 dice: “¿Echa alguna fuente por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas, ó la vid higos? Así ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce”). Son religiosos inconformistas. Es difícil hacerles comprender que la salida se halla cuando pueden encontrar la llave para abrir la puerta de su celda y lograr así la libertad absoluta.
Los afanes de este siglo, dicen ciertamente las Escrituras, ahogan la Palabra en nuestros corazones (“Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la palabra, y se hace infructuosa.” – Marcos 4:19). Proverbios 23:4-5 nos enseña que debemos limitar nuestro afán con la prudencia "No trabajes por ser rico; Pon coto á tu prudencia.
¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque hacerse han alas, Como alas de águila, y volarán al cielo".
Debemos considerar estos consejos. Admitir que este fracaso de la ansiedad nos llevó tras el afán y que debemos pedir perdón al prójimo y a Dios. Él nos señala que debemos dirigir nuestros esfuerzos por el debido curso de vida de un renacido de nuevo; siendo imitadores de aquellos que nos legaron el ejemplo de su comportamiento cristiano: por ejemplo, estar satisfechos con lo que tenemos. Y si queremos mejorar: consideremos algunas normas elementales… 1) busquemos la aprobación de Dios en ello; 2) Lo que emprendamos tiene que traernos beneficio espiritual; 3) Otros deben beneficiarse de ello también, en la medida de nuestras posibilidades; 4) hacer cálculos de gastos , tiempo y recursos; 5) Conocer y aceptar nuestras limitaciones; 6) Buscar ayuda cuando sea necesario, sobre todo entre creyentes; 7) Que todo lo que hagamos siempre glorifique a Dios; y alcanzaremos el Éxito..
Oremos: «Padre Celestial, te doy las gracias porque pude presentar este mensaje y con gratitud por esta oportunidad de encontrar respuestas. Para los que estén afligidos, rompe esas cadenas espirituales que les han aprisionado. En el Nombre de Jesucristo dales de tu socorro, Padre. Te ruego que tu asistencia sea favorable a las necesidades de aquellos que están bajo este temible azote; que tú los libertes, Señor. Que confíen en tu Providencia Sustentadora; que alcancen la felicidad. Que saquen provecho de esta dura prueba, con el fin de no enredarse nuevamente, atendiendo a tus consejos en tu Palabra y en la de los hermanos cuando sea oportuno, conforme a tu voluntad; prolongando así sus días de vida feliz, en esta tierra, hasta que seamos llamados a tu presencia. Te glorificamos Señor. Tú eres Todopoderoso. No tenemos que temer, ni siquiera a los susurros del diablo instándonos de hacernos desconfiar de ti, sucumbir, y pecar. Te lo pedimos en el nombre de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Amén.»
Amigo y amiga, tú tienes una nueva oportunidad, si confías plenamente en que Jesús puede darte libertad sobre el afán y la ansiedad. Recurre a él en todo momento y en la circunstancia en que te halles. Su oportuno socorro está para librarte y protegerte.
Dios bendiga tu vida ricamente. Pastor, Ricardo Iribarren.
(Biblia consultada: RVR – Reina Valera 1909 - Versículos en forma textual)