La Oración (Primer Mensaje)
- Escrito por Pastor Ricardo J. Iribarren
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Primer mensaje de La Oración. Predicado en la Iglesia Bautista Bíblica Misionera
Tema: Pedid
Subtema: Las Demandas…
Texto bíblico consultado: Lucas 11.9b, 10b "… buscad, y hallaréis… y el que busca, halla…"
Continuación de la primera parte…
Vamos a leer el libro de Amós, en 5.4. Dios habla por boca de su profeta a Israel, diciendo: "Buscadme, y vivid". Esta declaración divina nos ofrece la oportunidad de conocer cómo Dios desea que su pueblo Israel, que necesitaba de Dios para volver a caminar con él, le buscase… Es decir, buscándole correctamente, siguiendo las ordenanzas estipuladas por Dios a Moisés, quien a su vez dicha revelación la dio a conocer a la casa de Israel por medio de la ley, que contenía ordenanzas, estatutos y reglamentaciones diversas para una conducta aceptable, y otros agregados. Respecto de la declaración: Buscadme y viviréis, encontramos también en el mismo libro, Amós, en 5.14, que dice: "Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así Jehová Dios de los ejércitos será con vosotros, como decís".
Las demandas tienen sus oportunidades. Con el deseo solícito se obtienen resultados. En ocasiones pueden ser concesiones definidas: "Pedid, y se os dará" (Lucas 11.9). Algunos creen, y otros suponen, que este ofrecimiento de parte de Dios contiene un componente místico o mágico. ¡No más lejos de la verdad! Es un tremendo error pensar así. ¡Considérelo un pecado de idolatría suponer tal cosa de esta manera! Es que Dios nos hace trabajar, nos ejercita, a través de la fe que tenemos, que el mismo nos dio. En el Salmo 18.35b, David manifestó su agradecimiento, porque pidió ayuda a Dios y él se la concedió: "Y tu diestra me sustentó, Y tu benignidad me ha acrecentado".
El Señor Jesús satisfizo la demanda de sus discípulos en lo atinente a orar. En el conocido Sermón del Monte, Jesús había revelado la nueva forma de la oración, a saber, el parentesco espiritual con el Padre. Veamos Mateo 6.9, 28-33: “Vosotros pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre" (si las mismas fuesen acciones de gracia, socorro, ayuda, exaltación, adoración, peticiones, rogativas) “...Y por el vestido ¿por qué os congojáis? Reparad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan; Mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria fué vestido así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más á vosotros, hombres de poca fe? No os congojéis pues, diciendo: ¿Qué comeremos, ó qué beberemos, ó con qué nos cubriremos? Porque los Gentiles buscan todas estas cosas: que vuestro Padre celestial sabe que de todas estas cosas habéis menester. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". (Ver Mensaje de la Serie Venid: "Venid, obedeced el llamado de CristoJesus..." y "Dura Servidumbre")
Las expresiones “Padre”, “Padre celestial”, “mi Padre”, en el Evangelio de San Mateo se las puede apreciar en 36 oportunidades.
El creyente discípulo (hombre o mujer) es un hijo de Dios mediante el nuevo nacimiento. He aquí que se le da la oportunidad de entrar en contacto con una nueva filiación. En Juan 3.3 dice: "Respondió Jesús, y díjole: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios". ¡Muy interesante la demanda!... Debes nacer de nuevo si quieres ver el reino de Dios. Si quieres que tus oraciones tengan respuesta, debes conocer que mi Padre demanda que tú, Nicodemo (como cualquiera de nosotros, seres humanos), debes nacer de nuevo. Esto significa que la necesidad inapelable del nuevo nacimiento surge de la incapacidad del hombre para "ver" o " entrar en el reino de Dios" por él mismo; que por muy dotado o refinado en cuanto a conocimiento intelectual el hombre sea (varón o hembra), en su condición natural él está completamente ciego tocante a la verdad espiritual, e impotente para entrar en ese reino. Veamos en Juan 3:5, que dice: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. Ahora bien, la pregunta que surge es: ¿por qué?... Sencillamente, ¡porque no puede (el hombre) obedecer, ni entender, ni comprender lo que significa agradar a Dios! Veamos Hebreos 11.1-2,6, donde dice: “ES pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven. Porque por ella alcanzaron testimonio los antiguos… Empero sin fe es imposible agradar á Dios; porque es menester que el que á Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.
Cuáles características impiden entrar al reino de Dios. Ya que muchos manifiestan creer, muestran "obras" semidignas de arrepentimiento. (Ver Mensaje: "Tinieblas") Para muchos el acercarse a Dios supone granjearse una amistad con él, quien de esta manera -algunos pretendiendo por esta acción, “comprarlo”- satisfará todas sus necesidades. ¡Eso es perversión y maldad! El profeta Jeremías, en 17.9, dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”(Ver Mensaje: ¿Cuál Es El Camino Que Lleva Verdaderamente a La Vida Eterna?)
Dice en el Salmos 51.5: "He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre". Y en Marcos 7.21-23: "Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre". No hay excepciones. ¡No obstante, Jesús dice todo lo contrario!, es decir, que si no se arrepienten sus oraciones serán como ladrido de perros; puesto que el hombre natural no puede percibir las cosas (de Dios) que son del Espíritu de Dios, porque para él (hombre o mujer) son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. Leemos 1 Corintios 2.14: “Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente”. Y usted me preguntará, acaso, ¿Nicodemo, no era de suponerse un judío que conocía toda las enseñanzas de la ley?... Sí, pero era un fariseo, un hombre carnal con todos sus dotes de vivir en la carne, que conocía ciertamente todo lo referente a la religión judía… Pero no era nacido de nuevo. Y esa es la condición impuesta. Si quieres que tus oraciones sean oídas en el cielo debes nacer de nuevo, a través del arrepentimiento, y confesar tus pecados a Dios. Veamos en Romanos 8:7-8, que dice: "Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta á la ley de Dios, ni tampoco puede. Así que, los que están en la carne no pueden agradar á Dios". Quiero decir algo más, que creo es oportuno: hallamos en la Escritura, por lo tanto, a aquellos que son identificados como creyentes: por virtud del nuevo nacimiento. También se nos dice que podemos encontrar la identificación del hombre natural, sea varón o mujer, de acuerdo a lo que escribió el apóstol Pablo en su Epístola a los Efesios, Capítulo 2, versículo 3. Leemos… "Entre los cuales todos nosotros también vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira, también como los demás". Comprendemos de esta manera que Él es quien nos concede la salvación eterna; y es a su vez la oportunidad para conocer a nuestro Padre celestial por medio de la oración. Cuando nuestro Señor Jesucristo enseñó cómo debíamos orar, también reveló demandas. La primera de ellas, para tener en cuenta, es observar el modelo de la obediencia, pedido por Cristo. La segunda es no agregar ni quitar o adornar con frases bellas humanas y carnales la Palabra; y de ninguna manera deberá ser cambiada. Es como el Apóstol Mateo dice en 6.33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". Para quien ha nacido de nuevo la oración a Dios lo introduce directamente en la presencia del Padre en el cielo. Cabe una aclaración respecto a distinguir enunciados, especialmente en los Evangelios, tales como el "reino de los cielos " (que fuera revelado por Cristo) y la expresión: y "... el reino de los cielos se ha acercado” (a vosotros: tú y yo). Es el monarca celestial: Jesús, el "Kyrios", el Unigénito Hijo de Dios (Juan 3.16); es quien en persona bajó del cielo y se acercó y buscó con amor al humano pecador (varón o mujer). Veamos Mateo 3.2. Allí Jesús anunció: “Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado”. Es característico en él (en Mateo) esta aseveración, dicta el Dr. Scofield en la Biblia revisada por él mismo, la cual expresa que el gobierno mesiánico de Jesucristo, el hijo de David, en este mundo, es llamado "el reino de los cielos", porque es el dominio del cielo sobre la tierra. En Mateo 6.10, en la oración del Padre nuestro, el Señor Jesús lo distingue. Leemos "Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra". Esta frase deriva del profeta Daniel 2.34-36, 44, que dice así: "Estabas mirando, hasta que una piedra fué cortada, no con mano, la cual hirió á la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fué también desmenuzado el hierro, el barro cocido, el metal, la plata y el oro, y se tornaron como tamo de las eras del verano: y levantólos el viento, y nunca más se les halló lugar. Mas la piedra que hirió á la imagen, fué hecha un gran monte, Este es el sueño: la declaración de él diremos también en presencia del rey… Y en los días de estos reyes, levantará el Dios del cielo un reino que nunca jamás se corromperá: y no será dejado á otro pueblo este reino; el cual desmenuzará y consumirá todos estos reinos, y él permanecerá para siempre".
Oremos: Bendito Padre celestial, te agradecemos en el nombre del Señor Jesucristo, y por medio de Él, que nos has enseñado a orar y nos mostraste que tu complacencia, y la del Señor Jesucristo, es para aquellos hombres y mujeres que hacen tu voluntad. Y tú, Padre celestial, satisfaces dando respuestas a nuestras oraciones. Gracias, Padre, en el nombre de tu Hijo amado, Señor Jesucristo, nuestro Salvador. Amén.
Apreciado lector y oyente de la Radio bíblica.org, le invitamos a que comparta el mensaje completo sobre la Oración en sus tres partes: «Buscad; Pedid; Hallareis».
Busquen la segunda parte del Mensaje: La Oración “...Buscad, y hallareis...”, basado en el texto de Lucas 11.9, 33; Mateo 6.23, Subtema: La Oferta de Cristo