La Oración (Tercer Mensaje)
- Escrito por Pastor Ricardo J. Iribarren
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Tercer mensaje de La Oración. Predicado en la Iglesia Bautista Bíblica Misionera
Tema: Llamad
Subtema: El Premio
Texto bíblico consultado: Evangelio De Lucas 11.9c y 10c… “Llamad y se os abrirá...”… “Y al que llama (siempre sin desmayar) se le abrirá”.
Condición única e indispensable del ofrecimiento divino, en esta parte tercera que ofrecemos, en cuanto a la forma en que debemos de orar.
En el camino hacia Jerusalén, alguien le dijo al Señor Jesús: “Y díjole uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Porfiad á entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el padre de familia (Dios) se levantare, y cerrare la puerta (como cuando cerró la puerta en el arca de Noé, ver Génesis 7.16), y comenzareis á estar fuera, y llamar á la puerta, diciendo: Señor, Señor (llamando al trino Dios), ábrenos; y respondiendo os dirá: No os conozco de dónde seáis” – Lucas 13: 23-25). El Señor Jesús les está haciendo recordar a los judíos, y a ese "alguien", que Su Padre tiene el poder de abrir cuando se le llama y de poder de cerrar cuando se le agota la misericordia (Génesis 7.16… “y Jehová le cerró la puerta”). Los judíos, quienes eran enseñados en las sinagogas sobre el Origen, entendieron correctamente. Entonces el preámbulo de la salvación queda ligado a que si deseas ser oído, escuchado, debes -y es ciertamente necesario- nacer de nuevo.
El preámbulo de la salvación se conforma de 4 partes:
1- Pedir: La respuesta divina es… se te concederá
2- Buscad (la salvación) y la hallareis… se os atenderá
3- Llamad (si hay arrepentimiento genuino, verdadero)… y se os abrirá el camino hacia la vida eterna siendo enseñados por Dios en la Biblia: “¿Qué quieres que te haga?” (Marcos 10:46).
4- La vida nueva junto a Dios necesita de la oración.
Estos requisitos dados a conocer por el divino Maestro son el auténtico camino de la fe. Enseñar otra cosa es un error que precipita indudablemente al fracaso, a la desazón y el quebrantamiento; y a quedar, sobre todo, muy expuestos a ser engañados por las tinieblas.
Ello sostiene la vida del cristiano y es considerado muy importante en pos de alcanzar "el premio del supremo llamamiento".
En Amós 5.4 el profeta declara a Israel una gran verdad tocante a la demanda de Jehová en cuanto al ofrecimiento como manera de premio… “Buscadme, y viviréis”. La salvación de nuestra alma es lo más importante.
Las tres perfecciones de la oración a Dios: Pedir; Buscar; Llamar. ¡Qué tan asegurada disposición divina para conocer el profundo amor de Cristo Jesús! La mente regenerada investiga; el corazón anhela profundamente la plenitud del amor de Dios; el espíritu del ser humano renacido de nuevo encuentra al fin lo que buscaba.
Notemos qué sucede: la comunión con Jesús, como nuestro Amigo, Señor, Hermano, Nuestro gran Dios y Salvador, no se interrumpe jamás. Aunque estemos separados en el aspecto físico, ciertamente en el aspecto espiritual: ¡estamos juntos con el Señor!... La fe, pues, es la cuestión fundamental (Vemos Hebreos 11.1,6). Veamos esto: El reino de Dios no vendrá con advertencia. Leemos Lucas 17.20… “Y preguntado por los Fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia…”. Notemos Lucas 20.18 “…Y díjole (Jesús a cierto doctor de la Ley): Bien has respondido: haz esto, y vivirás.” Los religiosos de su tiempo, como sucede también en nuestros días, conocían bien las ordenanzas, pero las cumplían según sus conveniencias personales.
¡Es una realidad, hermanos y hermanas, que sí hacemos lo que es correcto se nos otorga la capacidad de vivir en conformidad de poder aprovechar lo que se nos ofrece de parte del Señor! ¡Debemos aprovechar lo que nos ofrece el Señor, porque Él nos lo da, conforme es Su voluntad!
“Llamad...”. “Llamad” es a través de la fe. ¡Precisamente, es lo que se exige! Dios responde a las oraciones de los que llaman, porque lo hacen con la certeza de que serán atendidos. El ejemplo de Bartimeo, el ciego, es una magnífica demostración de ello: “... qué quieres que te haga...", respondió Jesús a Bartimeo (Lucas 18.38), quien lo llamó. Este Bartimeo que llamó al Señor con súplica había oído de la ayuda que amorosamente brindaba a los menesterosos, y de tantos otros que sufrían de otras dolencias.
El otro privilegio concedido a Bartimeo: él nació ciego, mas su fe fue grande en el Señor Jesús y en cuanto a lo que sabía que Él podía darle. ¡Bartimeo participó de la oportunidad de pedir! Para acercarnos a Dios como lo hizo Bartimeo nuestra fe debe despojarse de fantasías, de ilusiones vanas, y de no imitar lo que describe Pablo en Gálatas 1.6-8. Lo leemos… “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis traspasado del que os llamó á la gracia de Cristo, á otro evangelio: No que hay otro, sino que hay algunos que os inquietan, y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas aun si nosotros ó un ángel del cielo os anunciare otro evangelio del que os hemos anunciado, sea anatema”.
¡Cuántos ejemplos encontramos en la Palabra de Dios de aquellos que llamaron y se les abrió la oportunidad de alcanzar la redención! El “llamad” es para quienes se acercan a Dios en fe y crean que le hay, sin verle. Leemos Hechos 4.32… “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma...”. A quienes participaron de la resurrección de Lázaro, amigos de María de Betania (Juan 11.45), Jesús les había dicho: “Tened fe en Dios” (Marcos 11.22). Y estas palabras maravillosas van para todo ser humano…
Y los ejemplos abundan para confirmarnos que si llamamos se nos abrirá. Amén.
Oramos:
Bendito Señor Jesús, te damos las gracias por tu enseñanza y has que la misma se arraigue en nuestro ser. Amén
Dios te bendiga ricamente. Pastor, Ricardo Iribarrhen.
Devocional elaborado y escrito por el pastor Ricardo Iribarrhen
(Biblia consultada: Reina Valera 1909 - Versículos en forma textual)